El Papa Que Desafía la Guerra con Palabras de Paz
- Canal Vida

- 9 jul
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En Castel Gandolfo, León XIV recibió al presidente Zelensky y lanzó un llamado urgente por la paz. Propuso al Vaticano como sede de diálogo entre Ucrania y Rusia. Un gesto que podría cambiar el rumbo de la historia.

Castel Gandolfo se convirtió en el epicentro espiritual de un clamor global por la paz. En medio de un verano abrasador y un mundo en llamas, León XIV recibió este 9 de julio al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en la histórica Villa Barberini. Lo que parecía una reunión diplomática más, se convirtió en un gesto profético de esperanza y resistencia frente al absurdo de la guerra.
"El Vaticano está listo para sentar en una misma mesa a Ucrania y Rusia."
Rodeados por los jardines donde la brisa del lago Albano acariciaba los árboles centenarios, el Papa y el líder de un país devastado por las bombas compartieron algo más que palabras: dolor, humanidad, y una visión de futuro sin muerte. No hubo discursos rimbombantes ni protocolos fríos. Hubo oración. Hubo súplica. Hubo una oferta concreta: el Vaticano está listo para sentar en una misma mesa a Ucrania y Rusia.

El sucesor de Pedro no habló como político ni como jefe de Estado, lo hizo como pastor, y como tal, condenó la violencia, lloró a las víctimas y alentó la liberación de prisioneros, especialmente de los niños secuestrados. Zelensky, conmovido, le agradeció “la ayuda del Vaticano” no solo en oraciones, sino también en gestiones concretas que ya salvaron vidas.
"El Vaticano abrirá sus puertas a negociadores rusos y ucranianos, si eso ayuda a construir un 'camino justo y duradero' hacia la paz."

CAMINO A LA PAZ
El encuentro fue privado, pero las señales fueron públicas y potentes. Ambos se asomaron juntos al balcón de la residencia papal. La imagen del Santo Padre y del Presidente saludando a los periodistas fue simbólica: una Iglesia que no se esconde, una diplomacia que no teme involucrarse.

Zelensky no llegó con manos vacías. Entregó al Pontífice un álbum con íconos ucranianos, algunos datados del siglo XI, como un símbolo de una fe que no se apaga ni con el fuego de la guerra. El Papa, en cambio, ofreció su escucha, su corazón, y su disposición para ser mediador. Lo dijo sin rodeos: el Vaticano abrirá sus puertas a negociadores rusos y ucranianos, si eso ayuda a construir un “camino justo y duradero” hacia la paz.

«Naturalmente queremos la paz», dijo Zelensky a la prensa al salir, reafirmando su confianza en la mediación papal. Y remató con lo que podría ser la síntesis de este encuentro: «Contamos con el Vaticano para ayudar a poner fin a esta guerra».
Mientras los tanques siguen rugiendo en Europa del Este, en Castel Gandolfo se alzó la voz de un hombre vestido de blanco que no empuña armas, pero lanza oraciones, gestos y diplomacia con la fuerza de un profeta. León XIV no se limita a pedir paz: la provoca.
Y en un mundo saturado de ruido bélico, el murmullo del Papa puede ser la chispa que encienda un nuevo amanecer. Porque cuando el cielo parece cerrado, el Papa llama. Y aún hay quienes escuchan.









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