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¡No Habrá Celibato Opcional! El Papa León XIV Cierra el Debate con Fuego y Fe

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 28 jun
  • 4 Min. de lectura
En solo dos discursos, el nuevo Pontífice desbarató cualquier intento de abrir el celibato a la elección personal. Lo llama un "don indispensable" y lo equipara a la prudencia, la pobreza y la castidad del corazón. La Iglesia no se mueve.
León XIV
León XIV se dirige con firmeza a seminaristas y sacerdotes de todo el mundo, en una jornada clave del Año Santo del Clero. Desde Roma, el Papa defendió el celibato como "virtud indispensable" y cerró la puerta a cambios en la disciplina.

El rugido de León XIV retumbó en los muros vaticanos y en los corazones de miles de sacerdotes y fieles de todo el mundo. En tan solo una semana, el Papa alzó la voz dos veces para poner fin a uno de los debates más tensos y persistentes de la Iglesia: el del celibato opcional. “La perfecta continencia en el celibato es una virtud indispensable”, disparó, con la fuerza de quien no está dispuesto a ceder ni un paso.






CARISMA QUE SOSTIENE AL SACERDOTE

Primero fueron los seminaristas. Luego, obispos y cardenales de 38 países. A todos les habló con el mismo fuego. El Santo Padre, que como cardenal Robert Prevost ya era conocido por su firmeza doctrinal, no tardó en confirmar que el pontificado que inicia no tendrá concesiones en temas clave. Y el celibato no es solo un compromiso exterior: es pobreza, es castidad del corazón, es imitación de Cristo.


"El sentido de nuestro celibato y la energía del servicio eclesial al que dedicamos nuestra vida; nos sostiene en los momentos de prueba y nos permite renovar cada día el 'sí' pronunciado al inicio de la vocación." (León XIV - Extracto del discurso en el Encuentro Internacional de Sacerdotes Felices)

Sus palabras cayeron como una espada sobre quienes esperaban un giro, una flexibilización, una adaptación al "mundo moderno". Pero León XIV, en cambio, dio un paso al frente y revistió al celibato de un carácter sagrado que trasciende toda regla disciplinaria. Afirmó que debe ser "reconocido, protegido y educado" como un carisma que sostiene el corazón del sacerdocio.

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AMOR ABSOLUTO A DIOS

La comparación con el beato Juan Pablo I y san Agustín sirvió para poner al celibato en el centro de una espiritualidad profunda: una entrega total que implica un salto de fe. Como la continencia que se le apareció a Agustín en su jardín, León XIV la presenta como una respuesta de amor radical a un llamado eterno.


No habrá celibato opcional. Esa frase no la dijo directamente, pero la implicó de principio a fin. Y, como antes Francisco, quien declaró que "nunca autorizaré el celibato opcional", León XIV cierra filas y subraya que el camino del sacerdote es una "vida de amistad con Cristo" que exige totalidad, exclusividad, y una castidad visible, tanto en la conducta como en el corazón.


"El celibato es un carisma que debe reconocerse, custodiarse y educarse." (León XIV - discurso a seminaristas y sacerdotes)

Su definición más fuerte tal vez fue esta: "El obispo también vive esa otra forma de pobreza que es el celibato y la virginidad por el Reino de los Cielos". Para el Obispo de Roma el celibato no es obstáculo ni peso, sino signo y profecía. En una época donde el testimonio sacerdotal se pone a prueba, el Pontífice reafirma que es precisamente esa entrega la que sostiene a la Iglesia casta y pura, como su Cabeza.

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NO ES UN COMENTARIO PASATISTA

Las palabras del sucesor de Pedro no fueron al pasar, sino un tema central en dos encuentros consecutivos: uno con seminaristas italianos del Triveneto, y otro con más de 400 obispos y cardenales de todo el mundo en el marco del Jubileo del Clero. Si alguien tenía dudas sobre hacia dónde se movería el nuevo Papa, las palabras fueron claras. Este León ruge, y lo hace desde el corazón de la Tradición.

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El contexto no es inocente. La Iglesia está bajo el fuego de críticas, escándalos y heridas abiertas por los abusos. León XIV lo sabe, y lo enfrenta. En su discurso también aludió con firmeza al escándalo del Sodalicio, y a la necesidad de actuar "con firmeza y decisión" contra todo abuso. La castidad sacerdotal, en este marco, se presenta no como una carga sino como un faro. Un testimonio visible, esperanzador, y profundamente contracultural.


Los ojos del mundo están puestos en él. Y León XIV, en vez de buscar el aplauso de las mayorías, elige hablar con la claridad de los santos. Quiere sacerdotes felices, pero no negociando su vocación: "La felicidad del ministro refleja un verdadero encuentro con Cristo", dijo. Y no hay mayor libertad que la de quien renunció a todo por amor.


Este Papa no especula. Predica. Y lo hace con fuego.



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