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Configurados con el Corazón de Cristo: León XIV ordena a 32 nuevos sacerdotes

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 6 días
  • 3 Min. de lectura
En una misa histórica en San Pedro, León XIV ordenó a 32 sacerdotes y lanzó un llamado al mundo: unidad, caridad y fidelidad a Cristo. “Sean pastores con olor a oveja”, dijo, ante miles de fieles conmovidos.
León XIV
Boca al suelo, alma al cielo. En profunda postración, los candidatos al sacerdocio ofrecen su vida al servicio de Cristo y la Iglesia. (Fotografía: Vatican Media)

En una celebración profundamente conmovedora, marcada por la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el Papa presidió esta mañana en la basílica de San Pedro la ordenación de 32 sacerdotes provenientes de los cinco continentes. Con este rito, concluyó también el Jubileo de los Sacerdotes, en el marco de la XXIX Jornada Mundial de Oración por la Santificación del Clero.


"Volver a sumergir las vestiduras sacerdotales en el Corazón del Salvador." (León XIV)

Durante la homilía, invitó a los nuevos presbíteros a “configurar cada vez más su corazón con el de Cristo”, poniendo en el centro de su vida la Eucaristía, la oración constante, el ejercicio de la caridad y la comunión eclesial. “No se dejen seducir por modelos inconsistentes de éxito y poder. Miren el testimonio callado y fecundo de tantos santos sacerdotes que han servido al Señor con fidelidad”, exhortó el Pontífice desde el altar de la Confesión.







Los neo presbíteros procedentes de México, India, Croacia, Australia, Camerún, Corea, Brasil o Ucrania, entre otros, escucharon de labios del Sucesor de Pedro las promesas propias del ministerio: predicar la Palabra, administrar los sacramentos, servir al Pueblo de Dios y mantenerse estrechamente unidos a Cristo, el Buen Pastor.


“No hay lugar para divisiones ni odios de ningún tipo.” (León XIV)

León XIV se refirió especialmente a la figura del pastor que “sale a buscar a la oveja perdida, cura a las heridas, acompaña en la enfermedad, y nunca abandona al rebaño”. Citando al profeta Ezequiel y al apóstol san Pablo, recordó que el amor de Dios es incondicional y reconciliador. “Él nos amó cuando aún éramos débiles y pecadores”, subrayó, invitando a los nuevos sacerdotes a abandonarse diariamente a la acción transformadora del Espíritu.

Pedro Kriskovich
Unidad, caridad y oración: el llamado central

En un momento especialmente significativo, León XIV impuso sus manos sobre la cabeza de cada uno de los nuevos sacerdotes, en un gesto cargado de fuerza espiritual. Luego, durante la plegaria de ordenación, pidió por la fidelidad de estos hombres, llamados a ser “instrumentos de santificación y reconciliación”.


León XIV
El cáliz y la patena son confiados a cada nuevo sacerdote, símbolo de la misión que ahora les pertenece. (Fotografía: Vatican Media)

El Papa también se dirigió al presbiterio reunido, alentándolos a “vivir en unidad con el obispo y entre ustedes”, como pide el Concilio Vaticano II. “La unidad entre los ministros es clave para testimoniar al mundo una Iglesia reconciliada y abierta a todos. Que nadie se sienta extraño en la Casa del Padre”, afirmó con énfasis.


"Perdonen a los que han errado, carguen sobre sus hombros a los que se han perdido." (León XIV)

UNA IGLESIA UNIDA PARA UN MUNDO DIVIDIDO

Conmovido, León XIV retomó su deseo —expresado ya en su homilía de inicio de pontificado— de ver una Iglesia profundamente unida, fermento de comunión para un mundo desgarrado por divisiones. “Reconciliados, unidos y transformados por el amor del Corazón de Cristo, caminemos juntos llevando la paz del Resucitado”, proclamó ante miles de fieles congregados.


León XIV
En gesto solemne, se proclama la centralidad del Evangelio en el corazón de cada vocación. (Fotografía: Vatican Media)

En el tramo final de su mensaje, dejó consejos concretos a los nuevos sacerdotes: “Amen a Dios y a los hermanos. Sean generosos, fervorosos en la celebración de los sacramentos, cercanos a la gente, sin hacer diferencias, sin escatimarse. Sean pastores con olor a oveja”.


"Amen sin escatimarse. No se dejen engañar por modelos de éxito." (León XIV)

La ceremonia concluyó con una emotiva invocación a la Virgen María, “Madre de los sacerdotes y Madre de la esperanza”, a quien León XIV encomendó la vida y el ministerio de los nuevos presbíteros.


Fue una jornada de gracia para toda la Iglesia, marcada por la luz del Corazón de Jesús, que sigue llamando y configurando a sus servidores más fieles.



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