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Lo Que el Diablo No Pudo Lograr... La Droga Está Intentando

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 27 jun
  • 3 Min. de lectura
En el Día Internacional contra las Drogas, el Papa lanzó un grito urgente desde el Vaticano: “¡Nadie está perdido!”. Denunció las redes criminales, abrazó a los descartados y pidió combatir la adicción con amor, comunidad y justicia verdadera.
León XIV
Un joven exadicto entrega al Papa una cruz hecha por su comunidad de recuperación. El Pontífice la toma con delicadeza y le agradece su testimonio. En el patio de San Dámaso, la fe y la esperanza vencen al prejuicio y al dolor. (Fotografía: Vatican Media)

El jueves 26 de junio, en el patio de San Dámaso, mientras muchos en el mundo seguían indiferentes ante una tragedia global que desangra familias, barrios y naciones, el Sucesor de Pedro rompió el silencio cómplice: "Es más fácil atacar a los pobres que destruir las cadenas que los esclavizan". Y con esa frase, puso al descubierto uno de los pecados estructurales más terribles de nuestro tiempo.







NO ES UNA GUERRA CONTRA LA DROGA, SINO CONTRA LOS POBRES

El Pontífice no se anduvo con eufemismos: "Con demasiada frecuencia, en nombre de la seguridad, se libra una guerra contra los pobres, mientras los verdaderos traficantes gozan de impunidad". Las cárceles se llenan de los eslabones más débiles, mientras las manos que sostienen la cadena de muerte continúan intactas, ricas, poderosas.


No fue solo un acto simbólico. Fue una profecía. Un reclamo a los gobiernos, a la Iglesia, a las familias, a las instituciones. El narcotráfico no se combate con silencio ni con resignación. Se combate con dignidad, con justicia, con educación, con amor.


León XIV
Desde el patio de San Dámaso, León XIV alza la voz ante cientos de personas para denunciar el negocio de la droga y reclamar dignidad para los olvidados. Un llamado urgente contra la marginación y las adicciones. (Fotografía: Vatican Media)
"NUESTRA DIGNIDAD SE MARCHITA CUANDO FALTA EL AIRE"

León XIV evocó el Evangelii Gaudium de Francisco y el aliento del Resucitado. Y fue directo al corazón del problema: la falta de afecto, el vacío existencial, el abandono. Las drogas no son solo una trampa química: son el grito desesperado de una generación sin horizonte.


"Cuando no hay aire, cuando no hay horizonte, nuestra dignidad se marchita. Pero Jesús viene y trae su aliento", dijo. Y recordó que ese aliento hoy puede llegar a través de comunidades, voluntarios, educadores, exadictos que se transforman en apóstoles de la esperanza.

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NADIE ESTÁ PERDIDO: EL LLAMADO DEL JUBILEO

En este Año de Gracia, el Papa hizo del combate a las adicciones un acto jubilar. "La humanidad necesita de ustedes. La Iglesia necesita de ustedes. La educación y la política los necesitan", clamó ante exadictos y responsables de comunidades de rehabilitación.


El mensaje fue claro: nadie está descartado, y la dignidad de un joven quebrado por la droga puede ser el faro que ilumine a toda la sociedad. Porque los que tocan fondo y se levantan, enseñan a vivir.



EL TESTIMONIO QUE HIZO LLORAR AL VATICANO

Paola, una joven de la comunidad de San Patrignano, lo dijo todo en pocas palabras: "Estoy empezando a entender que el amor verdadero empieza por amarme a mí misma".


Su testimonio desbordó las lágrimas de obispos, sacerdotes y laicos presentes. Porque en ella se condensaba todo: caída, abismo, redención, vida nueva.

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"LA ESPERANZA NO SE COMPRA EN SOBRES"

Frente a la ilusión química, el Santo Padre propuso una esperanza encarnada, tejida en el encuentro, la escucha, la caricia. "Multipliquemos los lugares de curación, de encuentro y de educación. Caminos pastorales y políticas sociales que empiecen en la calle y no den a nadie por perdido", dijo con una fuerza pocas veces vista.


Asimismo, en una frase final que quedará marcada a fuego en este pontificado, León XIV afirmó: "La lucha contra el narcotráfico, la educación entre los pobres, la defensa de los migrantes, son el martirio silencioso de muchos que se juegan la vida sin hacer ruido".


Porque hoy el martirio no siempre se viste de sangre, sino de lucha cotidiana, de manos tendidas, de noches sin dormir, de niños rescatados, de madres que esperan.

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UNA IGLESIA CON OLOR A BATALLA ESPIRITUAL

Canal Vida no puede quedar indiferente ante este grito. Esta nota no es solo un informe: es una declaración de guerra contra el mal. Porque donde hay una jeringa, un porro, una pastilla, hay una dignidad que clama por ser rescatada.


Y si el Papa gritó desde el corazón de la Iglesia, nos toca ahora a nosotros multiplicar ese eco. Porque el alma no se vende. Y el corazón de nuestros jóvenes no está en venta.



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