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El Santo que Ardió sin Quemarse: El Milagro de San Juan

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 23 jun
  • 4 Min. de lectura
Cada 23 y 24 de junio, millones en el mundo saltan hogueras, se sumergen en ríos o hacen pedidos mirando las estrellas. Pero pocos recuerdan al verdadero protagonista de esta noche mágica: san Juan Bautista. Su historia es más antigua que las brasas, más profunda que el agua, y más milagrosa que los deseos que lanzamos al cielo.
San Juan Bautista
Saltar el fuego es tradición… pero pocos saben que el origen es un milagro. En la fiesta de San Juan, la llama no quema: purifica. Así comenzó todo, con un santo que ardió sin consumirse.

Las fogatas iluminan aldeas, pueblos y ciudades. En España, Paraguay, Brasil, Filipinas y muchas regiones de América Latina, la "Noche de san Juan" se celebra como un ritual de fuego y purificación. Pero pocos se preguntan: ¿qué tiene que ver todo esto con un santo cristiano?


El origen está en el Evangelio de Lucas: Juan el Bautista nació seis meses antes que Jesús. Por eso su festividad es el 24 de junio, justo en el solsticio de verano del hemisferio norte y de invierno en el sur. Es la noche más larga o más corta del año, dependiendo del lugar. Y es, también, la noche donde lo visible y lo invisible se tocan.







EL FUEGO QUE NO QUEMÓ

Aunque fue decapitado, san Juan está unido al fuego en la imaginación popular. En las reducciones jesuíticas, los guaraníes mezclaron la figura del "Bautista" con sus antiguos rituales de solsticio, creando una fusión asombrosa. Juan era el "purificador", el que anunciaba el fuego del Mesías. Por eso, en su fiesta, se encendía una gran hoguera y la gente saltaba por encima.


El fuego no era destrucción, sino limpieza. El que se animaba a saltar, dejaba atrás enfermedades, miedos, culpas. Era un fuego simbólico, como el que envolvió a los profetas. Como el que anunció cuando dijo: "Yo los bautizo con agua, pero el que viene tras mí los bautizará con fuego".

Pedro Kriskovich
EL AGUA QUE BENDICE

San Juan también es el santo del agua. Fue él quien bautizó a Jesús en el Jordán. En muchas comunidades se cree que en la madrugada del 24 de junio, el agua adquiere propiedades curativas. En Paraguay, se dice que los ríos "se abren" y el que se baña esa noche recibe salud y buena suerte.


Hay cientos de testimonios de personas que juran haber sido sanadas al sumergirse esa noche. No es brujería. Es fe. Es memoria viva de un santo que vivió entre el desierto y el agua, que predicó en soledad y preparó el corazón de un pueblo entero.

San Juan Bautista
En la madrugada del 24 de junio, hombres y mujeres se sumergen en el agua con esperanza y fe. Creen, como sus abuelos, que esa noche el río se abre y sana. Es el legado invisible de san Juan Bautista.
LA MAGIA VERDADERA

Lo que muchos llaman magia, es simplemente la fuerza del cristianismo expresada en símbolos que no se olvidan. Las pruebas de valentía, las rondas de fuego, los rezos a la luz de la luna: todo tiene una raíz espiritual. Juan es el único santo al que se celebra el día de su nacimiento y no de su muerte. Porque su llegada marcó un antes y un después.


En muchos pueblos se realizan “juanes” vivientes: hombres que se visten como el santo y caminan entre el fuego sin temor. Hay quienes los miran con escepticismo. Pero los abuelos aseguran que si se hace con fe, no hay dolor. Y no hay quemaduras. ¿Milagro o tradición? Tal vez ambas.

CASA BETANIA
EL CLAMOR QUE NO SE APAGA

Cada vez más personas redescubren el significado profundo de estas fiestas. San Juan no es un mito pagano reciclado. Es un profeta real. Es el que se alegró en el vientre cuando María se acercó. Es el que se vistió con pieles y se alimentó de langostas. Es el que no tuvo miedo de decir la verdad.


Y por eso murió. Y por eso, tal vez, ardió sin quemarse en el corazón del pueblo. Porque su figura sigue viva. Porque saltamos el fuego no solo por juego, sino por herencia. Porque el alma sabe cosas que la razón olvida.

San Juan Bautista
 Herencia encendida: Una multitud salta el fuego con los ojos cerrados y el alma abierta. No es solo tradición: es memoria viva de un profeta que ardió sin quemarse y cuya voz aún resuena en la noche más sagrada del año.
LA VERDAD QUE NOS QUEMA

Juan no hizo milagros en vida. Pero su legado es uno de los más milagrosos de la historia. Inspiró a místicos, guías, profetas. Y dio origen a una de las noches más celebradas del planeta. Con fuego, agua, cantos, bailes, y un mensaje simple: preparen el corazón, porque algo grande se acerca.


Hoy, que el mundo arde por dentro en guerras, odios y soledades, recordar a San Juan es una forma de volver a empezar. De saltar, aunque cueste. De arder, pero no quemarse. De confiar en que el fuego que viene de Dios no destruye: purifica.



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