“León XIV Sacude al Mundo: ‘¡Jóvenes, Sean Como San Charbel o el Mundo perderá su Luz!’
- Canal Vida
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En el Líbano, León XIV lanzó un mensaje que sacudió a miles de jóvenes: “¡Sean como San Charbel!”. Un llamado místico, radical y desafiante que ya recorre el mundo entero. ¿Por qué el Papa pide imitar a un ermitaño milagroso?

El 1 de diciembre, en un Líbano herido pero vibrante, ocurrió algo que nadie esperaba: León XIV encendió un llamado que estremeció a miles de jóvenes, un mensaje que ya muchos describen como “el discurso espiritual más poderoso de su pontificado”. Frente a una multitud que lo escuchaba en silencio absoluto, el Papa lanzó una invitación que sonó más a desafío profético que a simple consejo: “¡Sean como san Charbel!”.
El público explotó. Jóvenes llorando, brazos levantados, cánticos espontáneos… como si el viejo ermitaño maronita hubiese vuelto a caminar entre ellos.

San Charbel Makhlouf, el monje de ojos cerrados, el ermitaño que vivió entre silencio, ayunos y milagros imposibles, fue presentado por León XIV como el modelo urgente para una generación consumida por pantallas, ruido y vacío interior. Y el Papa no se guardó nada.
“¡Cierren los ojos al mundo y ábranlos a Dios!—clamó—En un mar de distracciones y vanidades, tomen cada día un instante para entrar en el silencio donde Él habla”. Las palabras resonaron como un golpe suave pero contundente. Porque san Charbel no fue un místico más: su intercesión acumula más de 33.000 milagros documentados, sanaciones que ni médicos ni científicos pudieron explicar.

León XIV, movido por una fuerza que hasta sus asesores calificaron de “aplastante”, les pidió adoptar su estilo de vida: oración diaria, Sagrada Escritura, Adoración, Misa y silencio real, ese silencio que derrumba miedos y abre puertas al misterio. “¡Miren a Charbel!—continuó—Un hombre que se sumergió en la penumbra… y desde allí iluminó al mundo entero”.

Antes de despedirse, lanzó la frase que ya se volvió lema en las redes del Medio Oriente: “Que en sus ojos brille la luz divina… y florezca el incienso de la oración”.
La pregunta ahora arde: ¿Se animará esta generación a responder al llamado?





