León XIV: “La espiritualidad mariana es el fuego que mantiene viva la fe del mundo”
- Canal Vida
- 12 oct
- 3 Min. de lectura
En una homilía que conmovió al mundo, el Papa pidió volver a Jesús a través del corazón de María. “La verdadera fe no se esconde: transforma con ternura”, dijo ante miles de fieles reunidos en la plaza San Pedro.

La plaza de San Pedro ardía en emoción este domingo. Miles de peregrinos con rosarios en alto y lágrimas en los ojos escucharon León XIV pronunciar una homilía que ya se considera una de las más intensas de su pontificado: el Jubileo de la Espiritualidad Mariana.
“La espiritualidad mariana nos vuelve discípulos del Evangelio. Nos enseña a meditar, a servir, a confiar y a mirar el cielo abierto sobre la tierra herida.” (León XIV)
El Santo Padre habló con la fuerza de quien lleva a María en el corazón y al mundo en los brazos. “Acuérdense de Jesucristo”, repitió, con voz firme. Dijo que toda verdadera devoción mariana tiene un único centro: Jesús Resucitado, “la fidelidad de Dios a sí mismo”. Y advirtió: “No vacíen su nombre de historia, de cruz, de fuego”.

EL FUEGO DE MARÍA QUE CAMBIA EL MUNDO
El sucesor de Pedro recordó que María fue testigo del dolor y de la gloria, y que su corazón atravesado “nos enseña a mirar el sufrimiento sin huir de él”. Conmovió a todos cuando afirmó: “La espiritualidad mariana nos vuelve discípulos del Evangelio. Nos enseña a meditar, a servir, a confiar y a mirar el cielo abierto sobre la tierra herida”.
Asimismo, advirtió contra una fe vacía de compasión: “Existen formas de culto que nos anestesian el alma”, dijo. “María no rezaba para escapar del mundo, sino para transformarlo con ternura”, aseguró.
“María es el sí eterno del amor de Dios a la humanidad. En ella, el cielo y la tierra vuelven a encontrarse.” (León XIV)

CONTRA LA FE DE LOS INDIFERENTES
Con tono severo, denunció a los cristianos que “suben al templo, pero no siguen a Jesús”. Los comparó con los leprosos del Evangelio que fueron curados pero no volvieron a agradecer. “El peligro más grande —advirtió— es recibir la gracia y no dejarse cambiar por ella”.
En una de las frases más repetidas del día, el Pontífice gritó: “¡Cuidémonos de usar la fe como una armadura para escondernos del dolor del prójimo!”.

MARÍA, EL ROSTRO MATERNO DE DIOS
Ante una multitud en silencio, el vicario de Cristo proclamó que la auténtica espiritualidad mariana revela el rostro maternal de Dios. “Cada vez que miramos a María descubrimos el poder revolucionario de la ternura. En ella, la humildad no es debilidad: es la fuerza que derriba tronos y enciende esperanza”, subrayó, al tiempo que le pidió a los fieles presentes que “mantengan viva la devoción popular. Que María siga siendo la llama que guía a los pueblos en este tiempo de confusión, violencia y desamor”.
Y concluyó con una frase que hizo vibrar la plaza entera: “María es el sí eterno del amor de Dios a la humanidad. En ella, el cielo y la tierra vuelven a encontrarse”.
Comentarios