El Libro Secreto que Revela el Alma del Papa León XIV: La Obra que Moldeó su Espiritualidad en Medio del Terror y la Misión
- Canal Vida
- hace 13 horas
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Un libro diminuto, escrito por un monje casi desconocido hace 400 años, resultó ser la brújula espiritual del Papa León XIV. En plena rueda de prensa, reveló que esta obra lo sostuvo en sus noches más oscuras… y nadie lo esperaba.
En medio de las nubes, mientras el avión que traía a León XIV del Líbano a Roma se deslizaba sobre el Mediterráneo, dejó caer una revelación que nadie esperaba. Una periodista le preguntó qué era lo más difícil de “aprender” al ser elegido Papa… y su respuesta abrió una puerta a su intimidad espiritual que estremeció hasta a los más escépticos.
“Todo está en manos de Dios”, dijo con esa serenidad que ya empieza a marcar su pontificado. Pero luego vino la bomba.
EL LIBRO QUE LOS SOSTUVO CUANDO EL MUNDO SE CAÍA A PEDAZOS
Recordó una pregunta que le hizo un periodista alemán: “Dígame un libro, además de san Agustín, que podamos leer para entender quién es Prevost”.
El Papa no dudó. No citó un tratado complejo, ni un clásico teológico de miles de páginas. Nombró una obra casi escondida, escrita por un hombre sin apellido, un religioso humilde que jamás imaginó que un día un Pastor de la Iglesia católica lo presentaría como brújula espiritual del mundo: “La práctica de la presencia de Dios”, del Hermano Lorenzo.
“Es un libro muy sencillo, pero describe una espiritualidad donde uno entrega todo al Señor y le permite guiar cada paso”, confesó.
LA OBRA QUE LO ACOMPAÑÓ EN LAS NOCHES MÁS OSCURAS
León XIV reveló que esta obra lo sostuvo en sus años más duros:
—cuando vivía en Perú en tiempos de terrorismo,
—cuando fue enviado a lugares donde jamás soñó servir,
—cuando cada decisión podía costar vidas.
“Confío en Dios, y este libro explica lo que ha sido mi camino”, afirmó.
EL SECRETO DEL HERMANO LORENZO
Escrito en el siglo XVII por un simple carmelita descalzo, el Hermano Lorenzo enseñó a encontrar a Dios lavando platos, limpiando pisos, respirando. A vivir la fe no solo en las catedrales, sino en cada segundo del día.
Hoy, gracias al Papa, ese pequeño libro vuelve a arder. Porque quizás —en tiempos de guerras, incertidumbre y miedo— la santidad empieza justamente allí: en la presencia silenciosa de Dios que nunca abandona.
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