EL DÍA QUE EL PAPA JUGÓ CON LOS NIÑOS (Y HABLÓ DE LA GUERRA)
- Canal Vida

- 6 jul
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León XIV sorprendió a todos al visitar en el Aula Magna a niños con quienes conversó sobre el odio, la guerra y el poder de la amistad. “Jesús fue mi mejor amigo”, confesó entre risas y emoción.

El Vaticano no vivía una mañana así desde hace mucho. Risas, dibujos, pelotas y hasta manualidades hechas con cartón invadieron el Aula Pablo VI. En medio del caos infantil, el jueves 3 de julio una figura blanca caminaba entre los bancos: era León XIV. Pero no el de los discursos solemnes, sino el de los abrazos, los cuentos y las preguntas simples que esconden verdades profundas.

Esta vez no hubo cardenales ni jefes de Estado. Solo chicos. Más de 600 niños y adolescentes, la mitad de ellos provenientes de Ucrania, huyendo de la guerra, y el resto del programa “Estate Ragazzi” del Vaticano. El Santo Padre los saludó uno por uno, recibió sus regalos —dibujos, pulseras, camisas pintadas a mano— y luego se sentó con ellos, literalmente, a charlar.

“¿Usted iba a misa de chico?”, le preguntó un pequeño italiano. La respuesta no tardó: “Iba… ¡porque ahí estaban mis amigos! Y porque ahí conocí al mejor de todos: Jesús”. Las carcajadas estallaron, pero el mensaje quedó. El Papa habló de su infancia sin grandilocuencias, contándoles que también jugaba, se ensuciaba, y a veces no entendía todo lo que pasaba en la misa, “pero ahí sentía algo distinto”.

Pero no todo fue liviano. Cuando una niña ucraniana le preguntó por la guerra, el silencio fue total. “Desde chicos tenemos que aprender a construir paz. A no odiar. A no desear lo que el otro tiene. El odio y la envidia matan antes que las bombas”, dijo el Obispo de Roma con voz firme.
El mensaje central fue la acogida en la diversidad: “No se detengan en lo que nos hace distintos. Todos podemos ser hermanos, aunque hablemos idiomas diferentes o vengamos de países distintos”.

Al final, todos se tomaron fotos juntos. El Papa pidió rezar un Ave María y bendijo a los presentes. Pero su mayor regalo fue otro: sembrar la idea de que la paz empieza en el corazón de un niño.









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