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La Virgen que Cierra el Jubileo Mirando al Cielo: María de la Esperanza, el Último Signo Antes de la Navidad

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 1 hora
  • 2 Min. de lectura
La imagen que cierra el Jubileo no llega del poder, sino de la periferia. Una Virgen con un ancla en la mano entra al Vaticano para recordar que, aun cuando todo parece perdido, la esperanza cristiana nunca se suelta.
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Virgen de la Esperanza.

El Jubileo de la Esperanza no se cierra con discursos ni con cifras. Se cierra bajo una mirada. Una mirada de madre. En el corazón mismo de la Basílica de San Pedro, junto al Altar de la Confesión, estará presente la Virgen de la Esperanza, como si la Iglesia quisiera decir, en silencio, que la última palabra no es el cansancio… sino la esperanza.


Desde una pequeña parroquia costera del sur de Italia, en San Marco di Castellabate, llegará al Vaticano una imagen de madera sencilla y profundamente simbólica. María sostiene al Niño Jesús y, en su mano derecha, un ancla dorada clavada en la tierra. No es un adorno: es una proclamación. La esperanza no flota. Se afirma. Se clava en medio de la tormenta.


La estatua fue realizada en 1954 por el taller Stuflesser, con motivo del Año Mariano convocado por Pío XII. Antes de llegar al templo, pasó por las casas de las familias, como una Virgen peregrina que conoce la intimidad del dolor humano. Restaurada recientemente para el Jubileo, vuelve ahora a ocupar un lugar central en la historia de la Iglesia universal.


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No es casualidad que esta Virgen venga de la periferia, de una tierra marcada por la despoblación, la soledad y el abandono. Allí donde muchos sienten que el futuro se apaga, María se presenta como esperanza encarnada. Por eso es tan amada por los habitantes y por los veraneantes que, cada agosto, la acompañan hasta el puerto, rezando por los pescadores y por la vida misma.


Que el Jubileo se cierre bajo su mirada es un mensaje potente: la esperanza no es una idea, es una presencia. María llega al Vaticano llevando sobre sus hombros las heridas de los pequeños, de los olvidados, de los que resisten en silencio. Y desde allí, junto a la tumba de Pedro, parece susurrar lo mismo de siempre: Dios no abandona. Nunca.

La Virgen que Cierra el Jubileo Mirando al Cielo: María de la Esperanza, el Último Signo Antes de la Navidad




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