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El Cura que Fue Hervido Vivo por Amar a Cristo

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 28 jun
  • 5 Min. de lectura
En 1941, los comunistas lo metieron en una olla hirviendo. ¿Su crimen? Ser sacerdote y amar a Jesús. El beato Yakym Senkivsky entregó su vida de la forma más brutal... y dejó un testimonio que quema el alma.
 beato Yakym Senkivsky
El padre Yakym Senkivsky, en los últimos instantes antes del martirio, se entrega al Cielo con los ojos fijos en la cruz, mientras los verdugos comunistas lo conducen al caldero de la muerte. Su fe ardía más que el agua hirviente.

Drohobych, Ucrania. 28 de junio de 1941. Un sacerdote entra al calabozo con la cabeza en alto. Afuera se oyen gritos. Adentro, el silencio se corta con cuchillos. Tiene el rostro sereno y la sotana arrugada. Sabe lo que lo espera. Lo llevan hacia una olla hirviendo. No maldice. No grita. Solo reza. Su nombre: Yakym Senkivsky.


Ochenta años después, el eco de su martirio sigue quemando. Porque no se trata de un mito medieval ni de una leyenda. Es un hecho real. Fue documentado. Y aún se guarda con escalofrío en los archivos de la Iglesia greco-católica ucraniana.







UNA INFANCIA MARCADA POR LA FE Y EL FUEGO

Nacido el 2 de mayo de 1896 en el pequeño poblado de Haji Velyki, en la región de Ternópil, Ucrania, Ivan Senkivsky no tenía idea de que un día moriría hervido por el Evangelio. Era hijo de campesinos, pero desde joven mostró una inteligencia prodigiosa y una sensibilidad espiritual poco común.


Su familia pertenecía a la Iglesia Greco-Católica, un rito que había sufrido persecuciones durante siglos, y que para muchos ucranianos era más que una fe: una identidad.


Fue ordenado sacerdote en 1921 tras completar estudios en el seminario de Lviv y doctorarse en Teología en Innsbruck, Austria. Pero lejos de buscar privilegios, eligó el camino más duro: la vida monástica.

CASA BETANIA
DE DOCTOR EN TEOLOGÍA A SIRVIENTE DE LOS POBRES

En 1923, Yakym Senkivsky tomó una decisión que cambiaría su destino para siempre: ingresó a la Orden Basiliana de San Josafat (OSBM), una congregación de rito greco-católico nacida en los mártires de la unión y la fidelidad al Papa de Roma. Lo hizo con una convicción que desafiaba toda lógica humana: a pesar de sus brillantes estudios teológicos y su mente privilegiada, no aspiraba a cátedras ni púlpitos dorados. Renunció a todo prestigio académico para abrazar una vida de pobreza, servicio y radicalidad evangélica.


La congregación, fundada en el siglo XVII y reformada en el espíritu del mártir san Josafat Kuntsevych, es una de las principales congregaciones del catolicismo oriental. Su misión es clara: preservar la fe católica en comunión con Roma en medio de contextos hostiles, anunciar el Evangelio en tierras marcadas por la persecución y vivir la santidad en fraternidad monástica. Su carisma mezcla la vida contemplativa con una intensa acción misionera. Actualmente, están presentes en Ucrania, Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina, Eslovaquia, Polonia, Italia y otros países, siempre comprometidos con la educación, la evangelización y la fidelidad al Papa.


Yakym no fue la excepción. Desde su ingreso, se entregó por completo a los más humildes. Fue catequista de niños y adultos, misionero incansable en aldeas olvidadas, confesor de almas rotas por la guerra, y hasta se arremangó la sotana para trabajar como campesino junto a los más pobres. En su corazón ardía un solo deseo: encontrar a Cristo donde nadie más lo buscaba. En 1939 fue nombrado superior del monasterio basiliano en Drohobych. No sabía que ese monasterio, en pocos años, se transformaría en su Getsemaní.

 beato Yakym Senkivsky
En 1923, Yakym Senkivsky dejó atrás los honores académicos para vestir el hábito basiliano. La imagen lo muestra en sus primeros años de consagración, abrazando la pobreza, el silencio y la cruz, con la mirada puesta en los mártires de Oriente.
LA TORMENTA SOVIÉTICA

Ese mismo año, los ejércitos soviéticos entraron en Ucrania occidental, ocupando los monasterios, cerrando iglesias y arrestando a sacerdotes.


La fe se volvió un crimen. Celebrar Misa era subversión. Confesar era espionaje. Bendecir a un niño podía ser considerado sabotaje.


Pero Yakym no retrocedió. No ocultó su misión. Siguió celebrando la Eucaristía, visitando enfermos y predicando la Palabra.

Pedro Kriskovich
EL ÚLTIMO ARRESTO

El 26 de junio de 1941, fue arrestado junto a otros dos sacerdotes. Lo acusaron de "actividades antisoviéticas". Lo encerraron en la prisión de Drohobych, un edificio gris donde el horror era rutina.


Allí desapareció. Durante semanas no se supo nada. Nadie lo vio salir. Nadie lo vio morir. Hasta que un niño testigo reveló la escena dantesca.



LA OLLA DEL MARTIRIO

El joven relató que había visto a los carceleros hervir a un sacerdote vivo en una olla de metal. Cuando lo sacaron, su cuerpo no tenía piel. Lo cortaron en pedazos. Algunos informes indican que la carne del beato fue servida como sopa a los demás prisioneros.


No hay cámaras. No hay grabaciones. Pero hay testimonios. Y hay una Iglesia que nunca olvidó.

 beato Yakym Senkivsky
Un caldero oxidado y humeante recuerda el martirio del Beato Yakym Senkivsky, hervido vivo por su fe en Cristo. Aunque no existen registros visuales, la memoria del horror y del heroísmo permanece grabada en la conciencia de la Iglesia.
BEATO, MÁRTIR, TESTIGO

En el año 2001, san Juan Pablo II lo beatificó como uno de los mártires bajo el comunismo. Su nombre quedó grabado junto al de Severian Baranyk, su hermano de comunidad, también asesinado brutalmente en la misma prisión. Hoy, su causa de canonización está en marcha. Y muchos ya lo invocan como intercesor.


Durante décadas, el relato fue suprimido. Las autoridades soviéticas negaban que los hechos hubieran ocurrido. Incluso algunos sectores de Occidente optaron por el silencio, para no "incomodar" al gigante rojo. Pero la sangre habla. Y la verdad, tarde o temprano, emerge.


La antigua prisión de Drohobych fue cerrada. El espacio donde se cree que ocurrió el martirio fue reconvertido en lugar de peregrinación silenciosa. Allí, los fieles encienden velas, rezan rosarios y tocan las paredes frías donde un sacerdote fue cocinado por no negar a su Dios.

GIN
UNA FE QUE NO SE DERRITE

Yakym no es solo un nombre en un calendario litúrgico. Es una antorcha viva que denuncia la tibieza, la indiferencia y la cómoda fe de los templos climatizados.


Murió como los primeros cristianos. Sin espada. Sin escudo. Solo con la cruz marcada en su pecho y la oración en sus labios.


Su historia hiere. Nos obliga a mirar. Nos cuestiona. Porque –¿qué haríamos nosotros si predicar a Cristo fuera pena de muerte? ¿Renegaríamos de nuestra fe para salvar la piel? ¿O preferiríamos arder, como Yakym, para no traicionar al Cielo?

Beato Yakym Senkivsky
En las sombras de una celda silenciosa, los fieles rezan donde antes reinó el horror. Aquí, en lo que fue la prisión de Drohobych, las paredes aún murmuran el martirio del beato Yakym Senkivsky, hervido vivo por no negar a Cristo.
LA LLAMA NO SE APAGA

Cada 28 de junio, las campanas suenan más fuerte en Ucrania. Y el nombre de Yakym se pronuncia con reverencia. Su historia no es solo un testimonio del pasado. Es un llamado urgente a los cristianos del presente.


Porque el horno está encendido. Las ollas siguen hirviendo. Pero también hay corazones como el suyo, dispuestos a ser ofrenda.


Beato Yakym Senkivsky, ruega por nosotros.



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