Voluntarios de la Pastoral Social y la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días armaron 3.000 raciones de alimentos para dos comunidades del Chaco.
Unidos por el prójimo: miembros de la Pastoral Social y de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días mostraron su solidaridad al armar kits de alimentos para los más necesitados. (Fotografía: Facebook / Pastoral Social Arquidiocesana).
En un acto conmovedor de solidaridad, voluntarios de la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Asunción, junto con la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, se unieron este fin de semana para preparar kits de alimentos destinados a dos comunidades del Chaco paraguayo: San Eugenio de Mazenod en Tte. Irala Fernández y San Leonardo de Fischat. Este esfuerzo busca aliviar la situación de vulnerabilidad de cientos de familias, con la entrega proyectada de 3.000 packs de alimentos no perecederos.
Una Luz de Esperanza para los Más Necesitados
En tiempos donde la necesidad y la desigualdad golpean con fuerza, iniciativas como esta campaña solidaria son vitales. La Pastoral Social de la Arquidiócesis de Asunción, en colaboración con diversas instituciones y empresas, lanzó un llamado a la acción para aquellos que pueden colaborar, resaltando la importancia de no permanecer indiferentes. “La fuerza de la solidaridad lleva esperanza y alivio a quienes más lo necesitan”, expresaron en las redes sociales los organizadores de la campaña, invitando a toda la comunidad a contribuir.
El Rol Solidario
La Pastoral Social de la Arquidiócesis cumple una función esencial dentro de la Iglesia Católica en Paraguay: es la mano extendida de ayuda para los sectores más vulnerables.
Su misión es ser un puente entre quienes tienen la posibilidad de colaborar y aquellos que sufren carencias básicas. Mediante la coordinación de campañas de donación y trabajo comunitario, busca despertar conciencia y activar la compasión en el corazón de los fieles y de la sociedad en general.
Este esfuerzo conjunto es un recordatorio de que la verdadera fe se demuestra en las acciones y que, en la ayuda al prójimo, encontramos el rostro de Cristo en aquellos que más necesitan de nosotros.
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