“El Silencio de los Que Sufren”: La Iglesia Clama Contra la Epidemia de las Drogas
- Canal Vida
- hace 5 días
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En un mensaje estremecedor, el Arzobispado de Asunción rompió el silencio y denunció el avance de las drogas en Paraguay. Habla de madres desesperadas, jóvenes perdidos y un sistema que mira para otro lado. ¿Qué propone la Iglesia?

Asunción — En un mundo donde los gritos de auxilio muchas veces se ahogan en la indiferencia, la Iglesia Católica volvió a alzar la voz. Esta vez, el clamor vino del corazón de Paraguay: el Arzobispado de la Santísima Asunción denunció con fuerza la devastación provocada por el tráfico y consumo de drogas. Con un título lapidario —“La evidencia es clara: debemos invertir en prevención”— el comunicado se transformó en un verdadero llamado de emergencia moral, social y espiritual.
“Es urgente derribar el estigma que pesa sobre quienes enfrentan la dura realidad de la drogadicción. No necesitan etiquetas ni juicios. Necesitan contención, apoyo, escucha y oportunidades.”
“Las drogas destruyen en silencio. Las familias se rompen en silencio. Los jóvenes se pierden en silencio. Y nosotros no podemos seguir callando”, dice el texto, que fue difundido en el Día Internacional contra el Tráfico Ilícito y Abuso de Drogas. Lejos de limitarse a una postura institucional, el mensaje de la Iglesia fue un grito desde las entrañas de las comunidades más golpeadas. Jóvenes esclavizados por las adicciones, madres que ya no saben a quién acudir, barrios enteros marcados por el miedo. “Nos interpela el clamor silencioso de un pueblo que muchas veces calla por miedo, dolor o resignación”, advierte el comunicado.

UNA EPIDEMIA SIN ROSTRO... PERO CON MUCHAS VÍCTIMAS
Basándose en datos del Informe Mundial sobre las Drogas de la ONU, el Arzobispado reveló que más de 27 millones de personas consumieron drogas sintéticas en el último año. Pero detrás de la estadística está la herida: el deterioro invisible del tejido social. El narcomenudeo, que muchas veces se oculta en esquinas, mercados y barrios humildes, deja un rastro profundo de destrucción emocional, familiar y espiritual.
“El narcotráfico tiene tres dimensiones —internacional, nacional y microtráfico—, pero una sola consecuencia: la muerte lenta de una comunidad”, señala el texto.

UNA IGLESIA QUE NO CONDENA, ACOMPAÑA
El comunicado toma distancia de los discursos moralistas y apuesta por una mirada compasiva y realista: “Es urgente derribar el estigma que pesa sobre quienes enfrentan la dura realidad de la drogadicción. No necesitan etiquetas ni juicios. Necesitan contención, apoyo, escucha y oportunidades”.

Frente a esta tragedia silenciosa, la Iglesia se planta como refugio. No con piedras, sino con puertas abiertas. No con condenas, sino con ternura evangélica.

EL LLAMADO FINAL: ACTUAR YA
“Que el compromiso de todos —Estado, sociedad civil, familias e Iglesia— se fortalezca para enfrentar este flagelo desde su raíz”, concluye el Arzobispado, pidiendo políticas públicas integrales de prevención, tratamiento digno, reinserción social y acompañamiento pastoral.
En medio de tanto ruido, la voz de la Iglesia volvió a sonar como lo que siempre fue: un eco de los que no tienen voz. Porque donde el sistema castiga, ella acompaña. Y donde el mundo aparta la mirada, ella decide mirar de frente.
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