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Cuando el Cielo Bajó a Paraguay: A 10 Años de la Visita que Paralizó un País

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 10 jul
  • 5 Min. de lectura
Hace diez años, Francisco conmovió al Paraguay con gestos inolvidables. En solo tres días, dejó un legado de esperanza, fe y unidad. Esta nota revive los momentos más emocionantes de aquella visita histórica que marcó a un pueblo entero.
Papa Francisco
La mañana lluviosa no apagó el amor y el clamor popular de un pueblo con sed de amor de Dios.

Hace exactamente una década, el Paraguay se detuvo. No por un apagón, ni por una crisis, ni por un partido de fútbol. Lo hizo porque "Dios bajó en papamóvil" y recorrió las calles de un pueblo que lo esperaba con el alma en la mano.


Fue el 10 de julio de 2015 cuando el Papa Francisco, hijo del sur y voz de los sin voz, tocó suelo guaraní, y con apenas tres días cambió para siempre el corazón de una nación entera.







NI LA LLUVIA PUDO APAGAR LA LLAMA

La mañana estaba gris, y la lluvia se soltó sin piedad. Pero ni los truenos lograron silenciar el murmullo esperanzado de un país entero. Francisco aterrizó en el aeropuerto Silvio Pettirossi procedente de Bolivia, y en segundos su imagen ya estaba en cada pantalla, en cada puesto callejero, en cada lágrima contenida. Las banderas se agitaban como el alma paraguaya: con pasión y ternura.

Papa Francisco
Frente al Aeropuerto Silvio Pettirossi, la multitud desbordó las calles. Con banderas, cantos y lágrimas, Paraguay le mostró al mundo su amor incondicional al Papa. El cielo gris no opacó la alegría que brotaba desde el alma del pueblo.

Una señora de 95 años, sentada en un banquito improvisado junto a la ruta, resumió el sentir nacional: “Ahora puedo morir tranquila”. Ella, como millones, solo quería verlo pasar. Ese segundo de conexión se volvió eterno.


Papa Francisco
A pesar del clima, miles de personas ocuparon las veredas y calles desde la madrugada. Jóvenes, ancianos, familias enteras… todos con un solo deseo: ver pasar al Papa y recibir su bendición. La espera se vivió con fervor y esperanza.

En las veredas, vendedores ofrecían estampas, bufandas, camisetas con su rostro. En las casas, la TV no cambiaba de canal. En las iglesias, no se rezaba por el Papa: se lloraba por él. La emoción era real, imparable, como un río de fe que desbordó sus orillas.


Papa Francisco
Una grúa de los bomberos de Luque alza el cartel que da la bienvenida al Papa Francisco en guaraní: “Tereguahẽ porãite, Papa Francisco”. En tierra, miles de fieles se agrupan emocionados bajo un cielo nublado, listos para vivir un momento único.
UN MENSAJE PARA LA HISTORIA

En su primer discurso, ante el presidente Horacio Cartes y la sociedad paraguaya, Francisco no dudó: “La corrupción es la gangrena de un pueblo”. Y advirtió con firmeza que ningún modelo económico puede olvidarse de los más débiles. En ese instante, Paraguay no escuchó a un jefe de Estado, sino a un padre que llama a sus hijos a la justicia y al amor.


Papa Francisco
En un gesto cargado de simbolismo, el Papa Francisco saluda al entonces presidente de Paraguay, mientras las banderas de ambos Estados bendicen el encuentro.

Luego, fue en el estadio León Condou donde, ante cinco mil personas de distintos sectores sociales, el Papa llamó al diálogo como medicina de la desigualdad. Con tono firme y gesto cálido, animó a amar a los más pobres, a luchar sin miedo por un modelo de país que tenga alma.


Papa Francisco
Ningún escenario político, ni espectáculo artístico logró jamás lo que logró él: el Papa Francisco convirtió cada rincón en un altar viviente.
CAACUPÉ: EL CORAZÓN SE HIZO BASÍLICA

El sábado 11, frente a más de 800.000 personas, Francisco elevó el santuario de Caacupé a basílica menor, como quien le entrega a una madre humilde una corona eterna. Fue su regalo al pueblo paraguayo. Una distinción celestial, sí, pero también un gesto profundamente humano.


Papa Francisco
Bajo el sol de Caacupé, miles de fieles se congregaron frente a la Basílica Menor, donde resonó en guaraní y español un mensaje eterno: “Consagrados al servicio del Reino de Dios”. La fe paraguaya, vibrante y viva, mostró al mundo su corazón.

Mientras los Nazarenos cantaban “Gracias Santo Padre”, miles de pañuelos blancos se agitaron al viento como palomas. Esa misa no fue una ceremonia: fue un abrazo nacional. Allí, el Papa recordó que la Iglesia es “la casa de la hospitalidad” y pidió que los cristianos aprendan a alojar al otro. No convenciendo, sino amando primero.

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LA VIGILIA DE LA FE

Desde la tarde del sábado, las puertas del Ñu Guasu se abrieron y comenzó la marea humana. Cientos de miles acamparon, otros llegaron en la madrugada. Cantaban, rezaban, bailaban, esperaban. Al amanecer del domingo 12, ya había más de un millón de fieles en el predio. A las 10, apareció él, Francisco, en el papamóvil. Y el grito fue un terremoto de emoción: “¡Es él, es él!”.


Papa Francisco
Entre banderas y celulares alzados, el Papa Francisco saluda con el corazón en la Papamóvil. Una multitud emocionada se agolpa para verlo pasar, en una jornada histórica que hizo vibrar la fe de todo un pueblo.

Las imágenes recorrieron el mundo: Paraguay brillaba en cada rostro emocionado. Era la misa del siglo, un momento irrepetible, donde el Evangelio bajaba del cielo en guaraní y en castellano, en cantos y lágrimas, en silencio y en esperanza.



FRANCISCO CON LOS JÓVENES: “HAGAN LÍO” (Y ARRÉGLENLO)

La última parada fue en la costanera de Asunción. Allí, rodeado de miles de jóvenes, el Papa les habló como un amigo: “Queremos jóvenes fuertes, con esperanza y con fortaleza”. Les pidió que hagan lío, pero que también ayuden a organizarlo. Fue un llamado a la rebeldía con causa, a la revolución de la ternura.


Papa Francisco
 Una multitud juvenil desbordó la Costanera de Asunción para encontrarse con el Papa Francisco. Bajo el cielo nublado y con el río como testigo, miles de corazones latieron al ritmo de la fe, la esperanza y la emoción.

Testimonios reales de jóvenes con historias durísimas conmovieron a todos. “Conocer a Dios me salvó”, decía uno. Y Francisco asentía. Lo sabía. Porque él también fue un joven con dudas, con heridas, con hambre de cielo.

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LOS ARGENTINOS NO SE LO PERDIERON

Muchos cruzaron desde Misiones, Formosa, Corrientes y Buenos Aires. En Ñu Guasu, un grupo de la parroquia San Francisco de Villa Soldati rompió en llanto: “Él nos daba la comunión en casa. Hoy lo vemos en el altar del mundo”. Para ellos, Bergoglio no era solo el Papa. Era el cura del barrio que se volvió universal.


Papa Francisco
Fieles de la parroquia del barrio porteño de Villa Soldati llegaron hasta Paraguay con la bandera en el corazón y la fe a flor de piel. Unidos en Cristo, compartieron su alegría junto al Papa Francisco en un encuentro inolvidable.
UNA VISITA QUE SIGUE VIVA

Hoy, diez años después, la memoria no se apagó. Las fotos amarillentas, los rosarios colgados, los pañuelos guardados, los videos en WhatsApp, todo recuerda ese fin de semana donde Paraguay fue el corazón del mundo. Porque en solo tres días, Francisco no visitó un país: lo abrazó entero. Y ese abrazo, todavía dura.



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