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Se Cierran las Puertas del Jubileo: El Año Santo Llega a su Fin y Deja una Llamada Urgente al Corazón del Mundo

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 5 horas
  • 3 Min. de lectura
Las puertas del Jubileo se cierran, pero el mensaje resuena más fuerte que nunca. Roma despide un Año Santo marcado por la esperanza, la misericordia y una advertencia espiritual: el mundo puede cerrarse… pero Dios jamás abandona.
Puerta Santa Clausura Cierre León XIV Francisco
Se cierra la Puerta Santa, pero quedo la misión de abrir los corazones en cada rincón del planeta. (Fotografía: Vatican Media)

Este fin de semana concluye uno de los tiempos espirituales más intensos y significativos de los últimos años: el Año Jubilar 2025, un tiempo de gracia que recorrió el mundo entero y que hoy llega a su etapa final en las Iglesias particulares, mientras el cierre definitivo tendrá lugar el 6 de enero, en la Solemnidad de la Epifanía del Señor, cuando León XIV clausure solemnemente la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.


El Jubileo comenzó el 29 de diciembre de 2024, cuando en cada diócesis del mundo se abrieron puertas santas, se designaron templos jubilares y se invitó a los fieles a convertirse en lo que el Santo Padre llamó “Peregrinos de la Esperanza”. No fue un simple acontecimiento litúrgico: fue una respuesta espiritual a un mundo herido, cansado, fragmentado y sediento de sentido.







Un año marcado por la esperanza

El lema del Jubileo, Peregrinos de la Esperanza, atravesó fronteras, idiomas y culturas. Francisco, al convocarlo, fue claro: la esperanza no es un optimismo ingenuo, sino una fuerza que nace incluso en la oscuridad.


“Vivimos tiempos donde muchos han perdido la esperanza”, advirtió el Pontífice. “Pero Dios nunca deja de llamar al corazón humano”, aseguró.


Y así fue. Millones de fieles caminaron, rezaron, se confesaron, cruzaron puertas santas, ofrecieron penitencias y volvieron a creer. En parroquias humildes y en las grandes basílicas del mundo, el Jubileo se convirtió en un grito silencioso: todavía hay esperanza.


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Las puertas que se cierran… y las que quedan abiertas

Durante los últimos días, Roma fue escenario de momentos profundamente simbólicos. El 25 de diciembre, en la solemnidad de Navidad, se cerró la Puerta Santa de Santa María la Mayor, con un llamado a no olvidar a los pobres, a los migrantes y a los que sufren.


El sábado 27, el cardenal Baldassare Reina cerró la Puerta Santa de San Juan de Letrán, la catedral del Papa, con palabras que resonaron como un eco espiritual: “El abrazo de Dios permanece abierto para todos los pueblos”.


El domingo 28, fue el turno de San Pablo Extramuros, donde se recordó que la fe no se vive encerrada, sino anunciada al mundo.


Y finalmente, el 6 de enero, en la fiesta de la Epifanía, León XIV cerrará la Puerta Santa de San Pedro, marcando el final oficial del Jubileo.


Un gesto solemne. Profundo. Cargado de simbolismo.


Puerta Santa Clausura Cierre León XIV Francisco
Ciento de miles de fieles peregrinaron, durante el Año Jubilar, a Roma para atravesar la Puerta Santa. (Fotografía: Vatican Media)

No se cierra la gracia: se abre la misión

Aunque las puertas físicas se cierren, el mensaje del Jubileo queda abierto. Así lo expresó el Papa: “Que la luz de la esperanza cristiana llegue a cada persona. Que la Iglesia sea testigo fiel del amor de Dios”.


El Jubileo no termina con un cerrojo, sino con un envío. Un llamado a vivir lo que se celebró: la misericordia, el perdón, la reconciliación, la caridad concreta.


Durante este año, miles de personas volvieron a la confesión, retomaron la fe, sanaron heridas interiores y comprendieron que la Iglesia no es un edificio, sino una casa abierta.


Puerta Santa Clausura Cierre León XIV Francisco
La Puerta Santa de San Pedro fue abierta por Francisco y será cerrada el 6 de enero por León XIV, poniendo fin solmene al Año Jubilar. (Fotografía: Vatican Media)

El tiempo de la esperanza no terminó

Mientras el mundo sigue sacudido por guerras, pobreza, soledad y desesperanza, la Iglesia cierra el Jubileo con un mensaje claro: no todo está perdido.


El Año Santo se apaga como una vela que no se extingue, sino que enciende otras. La Puerta Santa se cierra, pero el camino queda abierto. La gracia no se clausura. La esperanza no se apaga.


Y como dijo el Papa, en una frase que quedará grabada en este Jubileo: “La esperanza no defrauda. Porque Dios nunca abandona a su pueblo”.

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