Por Cristo, con Él y en Él… la Oración que Hizo Temblar a Estambul
- Canal Vida
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León XIV pronunció una oración que estremeció a Oriente y Occidente: “Por Cristo, con Él y en Él…”. Un gesto histórico junto al Patriarca Bartolomé que podría abrir la puerta a la unidad cristiana que el mundo ya no se atreve a imaginar.
Estambul se quedó en silencio. En la catedral Patriarcal de San Jorge, bajo una luz dorada que parecía descender desde el Cielo, León XIV y el Patriarca Bartolomé I elevaron juntos las palabras que, desde hace dos mil años, estremecen al mundo espiritual: “Por Cristo, con Él y en Él…”. La Doxología, ese grito de alabanza que une a los cristianos en cada Misa, se convirtió hoy en un puente celestial, un eco capaz de atravesar siglos de división y heridas antiguas.
León XIV, profundamente emocionado, confesó que entrar en la catedral fue como pisar los pasos ocultos de sus predecesores, aquellos que, entre persecuciones, cismas y guerras, nunca abandonaron la esperanza de unidad.“Estoy seguro —dijo con la voz cargada de un brillo casi profético— de que este encuentro fortalecerá los lazos de nuestra amistad”.
No era un discurso más. Fue una llamada vibrante al corazón del cristianismo mundial.
NICEA: EL FANTASMA SAGRADO QUE VUELVE 1.700 AÑOS DESPUÉS
El Papa recordó que su viaje a Turquía no es casualidad: se cumplen 1700 años del Concilio de Nicea, el momento en que los cristianos del siglo IV gritaban al mundo que Cristo era “Dios verdadero de Dios verdadero”.Hoy, como entonces, él pide algo igual de revolucionario: la unidad.
La palabra unidad —dijo León XIV— no es un deseo diplomático: es “el mandato de Jesús en la víspera de su Pasión”. Y, con fuerza inesperada, recordó que la división entre cristianos “oscurece el testimonio” ante un mundo que se ahoga en guerras, odios y nihilismo.
LA PLEGARIA QUE PODRÍA CAMBIAR LA HISTORIA
En la Doxología, el diácono imploró: “Por la estabilidad de las Santas Iglesias y por la unidad de todos”. León XIV tomó esa súplica como un mandato divino: “Que Dios tenga misericordia de nosotros y lleve a cumplimiento esta plegaria”.
Estambul fue testigo de algo más que un rito. Fue un terremoto espiritual.