“¡Miren a Cristo!”: La Iglesia colombiana ruge ante la desesperanza y reclama paz, unidad y dignidad
- Canal Vida
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En Bogotá, los obispos lanzaron un mensaje poderoso: “Miren a Cristo”. Frente a la violencia y la desesperanza, la Iglesia clama por unidad, dignidad y paz. Un grito profético que no deja indiferente a nadie.

Con la fuerza de una espada que corta la niebla de la desilusión, los obispos de Colombia proclamaron un mensaje que sacude corazones: “Tu futuro está cargado de esperanza” (Jer 31,17). Durante cuatro días, desde el 7 al 10 de julio, en la CXIX Asamblea Plenaria celebrada en Bogotá, la Iglesia alzó su voz ante un país desgarrado por la fragmentación social, la polarización política, el narcotráfico y la corrupción que corroe hasta las raíces del alma nacional.
En medio del ruido del conflicto y el desamparo, los pastores colombianos decidieron pararse como faros. “Somos profetas, testigos y servidores de la esperanza”, afirmaron sin titubear. Su llamado no fue ambiguo: invitaron a toda la nación a transformar la mirada, a ver con los ojos del corazón y reconocer la dignidad sagrada de cada ser humano.

UN LLAMADO A DESPERTAR LA CONCIENCIA
Los obispos no temieron tocar la llaga: hablaron de heridas abiertas, de una sociedad rota. Pero también vieron brotes de luz entre los escombros. Exhortaron a valorar los gestos anónimos de solidaridad, las organizaciones que resisten al odio y los corazones que aún creen en la reconciliación. Como verdaderos profetas, anunciaron a un Cristo vivo que camina por las calles de Colombia, esperando ser reconocido en el rostro del que sufre.
LA VOZ DE LEÓN XIV
Los prelados recordaron el llamado del Sumo Pontífice a ser “promotores y artesanos de la unidad”. Y ellos recogieron el guante con firmeza, pidiendo a todos los actores armados que cesen los atentados, y defendiendo la Constitución y las instituciones democráticas como caminos hacia la paz verdadera.

TESTIGOS DE CARNE Y HUESO
No fue un mensaje desde el púlpito de la comodidad. Los pastores recordaron su presencia constante en territorios golpeados, caminando con el pueblo, levantando a los caídos, animando a los que perdieron la fe. Porque cuando el país parece hundirse, es la Iglesia la que, muchas veces, permanece. Es ella la que sigue dando la cara.

SERVIDORES DE ESPERANZA
El mensaje final fue directo, sin rodeos: “Miren a Cristo” (1 Tim 1,1). Miren al único que no defrauda. Miren al que venció a la muerte. Y sobre todo, caminen juntos. Participen, dialoguen, abrácense. Porque la Colombia nueva no se construirá desde el odio, sino desde el amor. La Virgen de Chiquinquirá, patrona del país, fue invocada como guía en este tiempo donde se juega la dignidad de todo un pueblo.
La Iglesia habló. El pueblo escucha. El cielo espera la respuesta.
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