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El Viento que Rompió los Muros

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 2 horas
  • 4 Min. de lectura
En una homilía vibrante desde el corazón del Vaticano, León XIV pidió derribar muros, sanar vínculos y abrazar al otro con amor. Pentecostés no fue pasado: es presente. El Espíritu Santo sigue soplando.
León XIV
El Papa alza el Evangelio, más allá de los libros, como si ofreciera al mundo un nuevo comienzo. No es solo un gesto litúrgico. Es una declaración de guerra contra el odio y el miedo. León XIV eleva la Palabra con la fuerza de quien cree que todavía puede cambiar la historia. Y lo dice sin hablar: sosteniéndola con firmeza, como si le ardiera en las manos. (Fotografía: Vatican News)

Pentecostés no es una simple conmemoración litúrgica. Es un estallido. Un símbolo del cielo que se abalanza sobre la tierra para incendiar corazones, romper el miedo y abrir el alma. En esa clave, el Papa presidió la Santa Misa ante una plaza San Pedro colmada de fieles y con una homilía que quedó marcada a fuego: contra la soledad, individualismo e indiferencia.


"El Espíritu Santo viene a desafiar, en nuestro interior, el riesgo de una vida que se atrofia." (León XIV)

"Hoy también desciende sobre nosotros el don del Espíritu Santo como un viento impetuoso que sacude", comenzó el Pontífice, citando a San Agustín. Y sacudió, en efecto, a los presentes.


Miles de peregrinos de todos los continentes lo escuchaban bajo un cielo sin nubes, mientras la liturgia resonaba con palabras que no fueron una exhortación, sino un grito. El Santo Padre desplegó una meditación centrada en tres rupturas: las fronteras del alma, las barreras entre personas y los muros entre pueblos.







PRIMERA LLAMA: EL ESPÍRITU ABRE LAS FRONTERAS INTERIORES

La primera barrera que el Espíritu destruye, dijo el Papa, es la que encerramos dentro: "El Espíritu Santo viene a desafiar, en nuestro interior, el riesgo de una vida que se atrofia, absorbida por el individualismo".

León XIV
León XIV toma la palabra con voz de viento firme. En la homilía más encendida de su pontificado, habló de derribar muros y renunciar al egoísmo. Sonríe, pero sus palabras sacuden: “el Espíritu Santo abre las fronteras de nuestros miedos”. El papel que sostiene no tiembla. Tampoco su convicción. (Fotografía: Vatican News)

La homilía resonó como una denuncia: estamos hiperconectados, pero vacíos. Nos rodea el ruido, pero estamos solos. "Siempre conectados y sin embargo incapaces de establecer vínculos", advirtió León XIV, con la mirada fija, recorriendo la plaza.


"Donde hay amor no hay espacio para los prejuicios ni para la lógica de la exclusión." (León XIV)

¡Pero hay salida! "El Espíritu nos abre al encuentro con nosotros mismos, más allá de las máscaras que llevamos puestas", dijo. Y remató: "Sólo si permanecemos en el amor recibimos también la fuerza de observar su Palabra y ser transformados por ella".

Pedro Kriskovich
SEGUNDA LLAMA: EL ESPÍRITU ABRE LAS RELACIONES

El vicario de Cristo en la tierra, no evitó los temas dolorosos. Habló con claridad de los vínculos enfermos, del dominio disfrazado de amor y de los feminicidios que desgarran a nuestras sociedades.

León XIV
León XIV alza su báculo: una cruz humilde, de hierro rugoso. La elección del bastón pontificio no fue decorativa: eligió uno que parece forjado en la fragua de la historia, con la cruz como centro. La multitud lo observa, pero él mira más allá. Sabe que el fuego de Pentecostés no es para iluminar vitrales, sino corazones. (Fotografía: Vatican News)

"Pienso también —con mucho dolor— en los casos en que una relación se intoxica por la voluntad de dominar al otro", dijo, con un silencio que pesó más que las campanas de la basílica.

León XIV
Una mujer, en el corazón de la plaza, ora con los ojos al cielo y la Madre en el pecho. Mientras León XIV predicaba sobre vínculos verdaderos, ella alzaba sus manos como ramas. Su pecho, cubierto por una imagen de la Virgen de Schoenstatt, parecía latir al ritmo de la homilía. En Pentecostés, el Espíritu también descendió sobre los que no subieron al altar. (Fotografía: Vatican News)

Pero la propuesta no fue amarga: ofreció una medicina. Citó a san Pablo: el fruto del Espíritu es "amor, alegría, paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza". No hay reforma de la Iglesia que no pase primero por la ternura.



TERCERA LLAMA: EL ESPÍRITU ABRE LOS PUEBLOS

El momento culminante llegó al citar a Benedicto XVI: Pentecostés es lo contrario de Babel. Donde hubo confusión, ahora hay armonía. Donde hubo guerras, ahora hay posibilidad de reconciliación.

Papa León XIV
El Papa bendice a la multitud. Algunos lloran, otros simplemente miran. El gesto es milenario. La escena, irrepetible. León XIV levanta su mano derecha con solemnidad y amor. Al fondo, los guardias suizos vigilan. Pero el verdadero escudo aquí es otro: la fe, viva y renovada. (Fotografía: Vatican News)

"El Espíritu rompe las fronteras y abate los muros de la indiferencia y del odio", clamó el Pontífice, con una vehemencia inusual.


"El caos de Babel es apaciguado por la armonía generada por el Espíritu." (León XIV)

En un mundo sacudido por guerras, migraciones forzadas y nacionalismos, el Papa pidió que el Espíritu Santo sople fuerte para abrir corazones, tender puentes y volver a decir que el otro es un hermano, no una amenaza.

Casa Betania
PENTECOSTÉS ES HOY

La homilía no fue teórica ni doctrinal. Fue un llamado urgente. León XIV pidió que "el viento vigoroso del Espíritu venga sobre nosotros y dentro de nosotros, abra las fronteras del corazón, nos dé la gracia del encuentro con Dios y amplíe los horizontes del amor".


Concluyó invocando a la Virgen: "Que María Santísima, Mujer de Pentecostés, nos acompañe e interceda por nosotros". Y el silencio que siguó fue, según varios testigos, tan profundo como si algo invisible hubiese descendido de lo alto.



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