EL PODER DE LA ORACIÓN SEGÚN SAN JUAN PABLO II: “¡QUE TU CORAZÓN INMACULADO REVELE LA LUZ DE LA ESPERANZA!”
- Canal Vida

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El Papa que venció al comunismo creía en un arma más poderosa que los ejércitos: la oración. En 1984, Juan Pablo II entregó el mundo al Corazón de María con una súplica estremecedora: “¡Líbranos del mal, del odio y de la guerra!”.

Era 1984. En la plaza de San Pedro, frente a miles de fieles y bajo un cielo que parecía contener el aliento del mundo, san Juan Pablo II (1920-2005) levantó la voz y consagró la humanidad al Inmaculado Corazón de María. No fue un gesto simbólico: fue una súplica desesperada por un planeta que caminaba al borde de la autodestrucción.
El Papa polaco, marcado por el dolor de las guerras y la opresión del comunismo, sabía que el mundo no se salva con poder, sino con oración. En aquella jornada del 25 de marzo —fiesta de la Anunciación— pronunció una plegaria que la historia recordaría como una de las más potentes invocaciones por la liberación del mal.

“Del hambre y de la guerra, líbranos. De la pérdida de la conciencia del bien y del mal, líbranos”. Con estas palabras tocó el alma de millones. Era un grito que pedía rescatar la dignidad del ser humano, volver a mirar a Dios y reconocer que el pecado —personal y colectivo— estaba destruyendo la tierra.
Sor Lucía, la vidente de Fátima, confirmaría más tarde que el Papa había cumplido con exactitud la petición de la Virgen. Desde entonces, muchos creyentes afirman que ese acto detuvo el curso del mal en el siglo XX, una batalla espiritual librada con el arma más poderosa de todas: el rezo.
Juan Pablo II nos dejó una certeza eterna: cuando el mundo se arrodilla, el Cielo se levanta. Y en cada oración sincera, aún resuena su voz: “¡Que tu Corazón Inmaculado revele para todos la luz de la esperanza!”.









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