El Papa que Quiere Demoler Muros y Abrir Puertas
- Canal Vida
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León XIV volvió con fuerza: en su primera audiencia jubilar clamó contra los muros, ideologías y divisiones que destruyen al mundo. Un mensaje profético, claro y directo: Jesús es puerta, no muro. Y es hora de cruzarla.

“Jesús no es un muro que separa, sino una puerta que nos une”. Con esta frase estremecedora, el Papa retomó hoy las audiencias jubilares en la basílica de San Pedro y dejó en claro que su pontificado no es una continuación pasiva del legado de Francisco, sino un grito urgente en medio de un mundo partido por el odio, el miedo y la indiferencia.
En su primera gran intervención catequética desde que asumió, León XIV volvió a encender la llama que había iniciado su predecesor: el camino de los peregrinos de la esperanza. Y lo hizo con una claridad luminosa: la fe no es una tradición muerta, sino una fuerza viva que conecta, sana y reconstruye.

EL EVANGELIO QUE CRUZA FRONTERAS
Inspirado por la figura de san Ireneo de Lyon, el Papa recordó que el Evangelio no nació en Europa. “¡Vino de fuera!”, exclamó. Y hoy, más que nunca, vuelve a soplar desde los márgenes. Las comunidades migrantes, a menudo marginadas o maltratadas, son —según León XIV— antorchas que reavivan la fe en los países que las reciben.
“¡Qué bien nos hace recordarlo aquí, en Roma, en Europa!”, dijo. Y en una frase que estremeció incluso a los más racionalistas, advirtió:
“Las ideas pueden enloquecer. Las palabras pueden matar.”
Una vez más, empuñó el Evangelio como arma de unidad. Frente a ideologías y fanatismos que fragmentan la Iglesia y el mundo, su propuesta es la carne de Cristo: real, sufriente, humana. Un cuerpo que gime con los pobres, los que duelen, los excluidos. “El amor mutuo está escrito en nuestra carne, antes que en cualquier ley”, remarcó.

CONECTAR, NO DIVIDIR
A lo largo de su catequesis, el Papa repitió un mensaje que se está volviendo sello de su magisterio: la inteligencia no separa, une. En tiempos donde se idolatra la información y se desprecia la sabiduría, propuso algo contracultural: pensar con amor.
“Distinguir es útil, pero dividir nunca.” (León XIV)
Con estas palabras, el Pontífice apuntó a una de las heridas más profundas de nuestro tiempo: la polarización. No sólo política o social, también religiosa. En un mundo donde se levantan trincheras de identidad, el Papa llama a tender puentes. No desde la ingenuidad, sino desde el poder transformador del Evangelio.

UN LLAMADO PROFÉTICO
El cierre de la audiencia fue una plegaria disfrazada de consigna: “Como Ireneo en Lyon, también en nuestras ciudades volvamos a construir puentes donde hoy hay muros. Abramos puertas, conectemos mundos… y habrá esperanza”.
A quienes lo escucharon, no les quedó duda: León XIV no es un Papa para administrar la calma, sino para desafiar las tormentas. Y en esta tormenta de indiferencia y fragmentación, su voz suena como una trompeta que nos llama a salir de las fortalezas ideológicas, religiosas y culturales.
¿Te animás a derribar tus propios muros? El Papa ya empezó.
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