El Papa que desafía a los dioses del consumismo digital
- Canal Vida

- hace 9 horas
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En un mundo que adora al dinero y a los algoritmos, León XIV se alza como voz profética: pide una revolución ética en el universo digital y desafía a los “nuevos dioses” del poder, la autosuficiencia y el consumismo sin alma.

En una Roma cargada de historia, León XIV lanzó un mensaje que resonó como un trueno en la era del algoritmo: “Debemos desafiar a los falsos dioses del consumismo y del poder”. Frente a más de un centenar de superiores jesuitas reunidos hoy en el Aula del Sínodo, el Pontífice trazó un mapa espiritual para un mundo que, entre pantallas y likes, olvida su alma.
“El peligro del siglo XXI no es la inteligencia artificial, sino la ausencia de corazón.” (León XIV)
El Papa habló sin rodeos: la humanidad vive “una era del cambio”, dominada por la inteligencia artificial, la desigualdad y la indiferencia. “El hombre ha creado ídolos que no aman —advirtió—: los algoritmos que manipulan, los mercados que esclavizan y las redes que adormecen”.
EL LLAMADO: RECONCILIAR UN MUNDO DIVIDIDO
En un discurso vibrante, León XIV instó a los miembros de la Compañía de Jesús a “convertirse en expertos en reconciliación”. Les pidió ir a las fronteras —geográficas, culturales y digitales— donde el Evangelio parece perderse entre la polarización y la soledad moderna.“El mundo —dijo— no necesita más influencers de vanidad, sino testigos que hablen el lenguaje de los jóvenes, que acompañen sus búsquedas y curen sus heridas”.

ECONOMÍA QUE MATA, TECNOLOGÍA QUE DIVIDE
El Pontífice denunció una “dictadura económica que mata” y un sistema que “exalta la productividad sobre la dignidad humana”. Exhortó a construir una ética digital que devuelva humanidad a la tecnología: “No temamos usar las redes para evangelizar, pero sí temamos volvernos esclavos de ellas”.
UNA IGLESIA CON ROSTRO HUMANO
León XIV cerró con una advertencia profética: “El peligro del siglo XXI no es la inteligencia artificial, sino la ausencia de corazón”. Invitó a los jesuitas —y al mundo— a ser faros de conciencia, defensores de los pobres y sembradores de esperanza.
Su mensaje final se alzó como una plegaria y un desafío: “Ninguna frontera será inalcanzable si caminamos con Cristo. Pero si caminamos sin Él… nos perderemos incluso dentro de una pantalla”.









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