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El Papa Clama: “¡Mirá con el Corazón o Andate!”

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 5 días
  • 3 Min. de lectura
Ante miles de fieles, León XIV conmocionó a la Iglesia con una homilía que ya se califica como histórica. Con palabras directas, denunció la indiferencia global y pidió una revolución del amor que rompa corazones endurecidos.
León XIV
León XIV pronuncia su mensaje ante un templo repleto, con una homilía centrada en la reconciliación, el perdón y la dignidad de los últimos. (Fotografía: Vatican Media)

En una escena que quedará grabada en la memoria colectiva de los católicos del mundo, el Papa de la residencia veraniega hasta la parroquia pontificia de San Tomás de Villanueva, en el corazón de Castel Gandolfo, para pronunciar su primera homilía allí. Fue un puñetazo al alma, un llamado urgente y estremecedor: “Ver sin pasar de largo, o perdemos el Evangelio”.


“Se puede ver y pasar de largo… o ver y sentir compasión. Esa es la diferencia entre una fe viva y una religión vacía.” (León XIV)

Inspirado por la parábola del buen samaritano, el Santo Padre lanzó una bomba espiritual sobre el letargo de los creyentes: “A veces nos contentamos con cumplir. Pero Jesús nos sacude. Nos muestra que el prójimo no es solo quien piensa como nosotros. Es el que está caído a nuestro lado, sucio, distinto, marginado”.

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MIRADAS QUE MATAN... O SALVAN

El Obispo de Roma diferenció dos tipos de mirada: la que ve y pasa de largo, y la que ve y se deja traspasar el alma. “La mirada hace la diferencia —gritó desde el ambón— porque expresa lo que llevamos en el corazón. Fingimos no ver al que sufre. Pero Dios no lo hizo con nosotros”.


León XIV
Con voz firme y pausada, el Papa reflexionó sobre el valor de la fe viva, y pidió construir comunidades más justas y fraternas. (Fotografía: Vatican Media)

El Pontífice no habló solo a los presentes, lo hizo a una humanidad apurada, ensimismada, tecnificada y harta de compasión. Exigió una fe que no se acomode, que no se limite a ritos bonitos ni discursos tibios: “Hoy se necesita una revolución del amor”.

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LA REVOLUCIÓN DEL CORAZÓN ROTO

El vicario de Cristo no se anduvo con vueltas. “La vida del otro me tiene que romper el corazón”, clamó, aludiendo a quienes caminan “de Jerusalén a Jericó” en nuestros días: los refugiados, los pobres, los suicidas emocionales, los que tocan fondo en la desesperanza.


“El buen samaritano es imagen de Jesús, que descendió a nuestras heridas, no con indiferencia, sino con aceite y misericordia.” (León XIV)

Citó a Benedicto XVI con una frase que quedó flotando como relámpago sobre los fieles: “El samaritano no se pregunta hasta dónde llega su deber: simplemente se le rompe el corazón”.


“Demasiadas personas se derrumban por la pobreza, la guerra o la exclusión… ¿y nosotros pasamos de largo o nos dejamos romper el corazón?” (León XIV)

Fue allí cuando su voz se quebró por la emoción. “¿Qué hacemos nosotros?”, preguntó, en silencio sepulcral. “¿Vemos y seguimos caminando… o dejamos que el dolor del otro nos despierte?”, fue el interrogante que se esparció por el éter.


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El Santo Padre bendice a una multitud que lo ovaciona entre lágrimas, banderas y cánticos. Fue un momento histórico para la ciudad. (Fotografía: Vatican Media)
EMPATÍA DEL CORAZÓN

En una era marcada por muros, exclusiones, guerras y xenofobia, León XIV denunció que la parábola del buen samaritano nos lanza una pregunta que duele: “¿Quién es tu prójimo cuando nadie lo parece?”.


“Jesús no eligió como héroe a un sacerdote ni a un levita, sino a un extranjero considerado hereje… Porque amar no tiene nacionalidad.” (León XIV)

Al concluir, su mirada recorrió el templo abarrotado. Con voz firme y serena, dijo: “Contemplemos a Cristo, buen Samaritano, y escuchemos hoy su voz que nos dice a cada uno: ‘Ve y haz tú lo mismo’”.


Luego, entregó como símbolo un cáliz y una patena al párroco de la comunidad: “Sean instrumentos de comunión… para vivir lo que acabamos de escuchar”.


“Cuando dejamos que la vida del otro nos traspase, generamos fraternidad real, derribamos muros y vencemos al mal con amor.” (León XIV)

Con esta misa, el Santo Padre inició lo que muchos ya llaman el pontificado de los corazones rotos. Una cruzada contra la indiferencia, en nombre de un Cristo que no pasó de largo.

Porque en tiempos donde todos corren, León XIV se detiene. Mira. Llora. Y nos obliga a mirar también.



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