El Congreso que Desnudó las Llagas del Alma: Córdoba se Puso de Pie contra las Adicciones
- Canal Vida
- 28 jun
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En Córdoba se alzó una voz valiente contra la droga: más de 100 referentes unieron fe, comunidad y acción en el Primer Congreso Arquidiocesano de Adicciones. Testimonios desgarradores, esperanza real y una consigna: nadie se salva solo.

"Ni uno menos por la droga" fue más que una consigna. Se transformó en clamor, en bandera y en grito de guerra durante el Primer Congreso Arquidiocesano de Adicciones, celebrado en Córdoba (Argentina) el 24 y 25 de junio. Un encuentro histórico donde Iglesia, Estado y comunidad decidieron no mirar más para otro lado. Allí donde muchos ven “problemas de otros”, la pastoral miró de frente el drama de miles de vidas rotas… y lo hizo con nombre, lágrimas y fe.
"La droga avanza donde el Estado se retira." (Padre "Charly" Olivero)
UNIDOS PARA SUPERAR LAS ADVERSIDADES
“Estamos convencidos de que nadie se salva solo”, clamó el padre Pablo Viola en la apertura del evento. Y fue mucho más que una frase. Fue una denuncia social, una revolución espiritual, un llamado a la conversión profunda.
El consumo de sustancias, dijo, no es solo un síntoma: es un grito de alerta del cuerpo social enfermo, corroído por la soledad, el descarte, la idolatría del dinero y la tecnología sin alma.

UN PAÍS TRAS UNA CAUSA NOBLE
Organizado por la Pastoral de Adicciones de Córdoba junto a la Universidad Católica de Córdoba (UCC), el simposio reunió a más de 100 actores clave del país: desde funcionarios y legisladores hasta sobrevivientes, profesionales, sacerdotes, voluntarios y miembros de los Hogares de Cristo. Todos, todos, todos. Porque esa fue la consigna: "O nos salvamos juntos, o no se salva nadie".

El padre Carlos “Charly” Olivero —figura clave del CELAM— sacudió conciencias con un diagnóstico aterrador: “Las adicciones no son un fenómeno aislado. Son parte de un modelo de mundo que enferma. La droga avanza donde el Estado se retira. Las pandillas gobiernan Haití, Rosario explota, las villas arden. Y frente a eso, ¿qué hacemos? Nosotros construimos un arca. No de madera, sino de comunidad. Porque la espiritualidad y el amor siguen salvando vidas”.
La lucha contra las adicciones ya no es solo del Estado. Es de todos. Es del alma.

TESTIMONIOS DEL INFIERNO Y EL CIELO
La voz de quienes vivieron en carne propia el infierno también dijo presente: testimonios de calles, cárceles y hogares se entrelazaron con propuestas concretas. Diecinueve mesas temáticas abordaron el dolor desde todos los frentes: la prevención, la asistencia y las políticas públicas. Se habló de familias, vínculos, clubes, cárceles y abrazos que salvan más que cualquier medicamento.

El cierre fue una peregrinación insólita: las murgas de los Hogares de Cristo tomaron las calles del centro cordobés y cantaron hasta llegar a la catedral, donde el cardenal Ángel Rossi celebró una misa conmovedora. “Este congreso fue un llamado de Dios: a ponernos de pie, a mirar las estrellas y no rendirnos jamás”, indicó el purpurado.
Córdoba habló con el corazón, no con el protocolo. Y el mensaje fue claro: la droga mata, pero la fe, el afecto y la comunidad resucitan. No hay más tiempo. No hay más excusas. La Iglesia decidió meterse en el barro, y no piensa salir hasta que el último pibe esté a salvo.
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