EL ATEO QUE ENCONTRÓ A DIOS ENTRE RISAS Y LÁGRIMAS
- Canal Vida
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El humorista más popular de México reveló su fe con lágrimas y risas. Franco Escamilla, el comediante que decía ser ateo, hoy reza el Santo Rosario todos los días y lleva a Dios a los escenarios. Una historia que nadie esperaba escuchar.

En un auditorio lleno de jóvenes, el hombre que suele hacerlos llorar de risa, los hizo llorar de emoción. Franco Escamilla, el comediante más popular de México, reveló su fe y su conversión en el Follow Festival que se realizó a mediados de octubre en Monterrey: “Tengo poquito rezando el Rosario… lo rezo a diario”, confesó entre pausas y sonrisas. Detrás del humor, emergió un creyente.
“María, José y Jesús me enseñaron que la fe también vive en lo cotidiano” (Franco Escamilla)
De los escenarios llenos de aplausos a los templos llenos de fe, el “amo del sarcasmo” y referente del stand up latinoamericano, descubrió en la Sagrada Familia su brújula espiritual. El mismo artista que triunfó en Netflix, en el Auditorio Nacional y en giras internacionales, hoy encuentra en Dios, María y san José su inspiración diaria. Su historia de conversión no es un discurso religioso: es una confesión sincera de quien pasó del “no creo en nada” al “todo para gloria de Dios”. Una transformación que conmueve, sorprende y prueba que la gracia también puede subir al escenario.
DEL ATEÍSMO AL EVANGELIO
“De adolescente juraba que era ateo”, dijo. Su acercamiento a Dios no nació en una iglesia, sino leyendo Caballo de Troya. Quiso entender al Jesús histórico y terminó conociendo al Cristo vivo. De la novela saltó a la Biblia: “Primero leí el Apocalipsis, y luego me atrapó la historia de los primeros cristianos”.
Su adolescencia fue una mezcla de dudas, enojo y desarraigo tras el divorcio de sus padres. Hasta que alguien lo invitó a tocar guitarra en un coro parroquial. Fue por curiosidad —o por conocer chicas— y allí encontró dos amores: a Dios y a su futura esposa, Gaby. “Él sabe cómo jalar banda”, bromeó entre aplausos.

LA SAGRADA FAMILIA: SU GUÍA
Escamilla no conoció a Dios en una teología abstracta, sino en la humanidad de la Sagrada Familia. “María, José y Jesús me enseñaron que la fe también vive en lo cotidiano”, aseguró.
Desde entonces, reza y compone. Entre sus temas, Instrumento de tu amor —ganador del Festival Vocacional del Seminario de Monterrey— se convirtió en su plegaria hecha canción.
En una época, incluso pensó en ser sacerdote. Lo contó con humor: “Un seminarista amigo se salió después de que salimos de fiesta. Me sentí culpable y le dije a Dios: ‘Te debo un sacerdote’”. Esa deuda lo llevó a buscar su camino dentro del mundo, no fuera de él.

“NO ME SUELTES, SEÑOR”
Hubo un día en que todo se vino abajo: trabajo, amistades, amor… incluso su balón favorito se fue rodando por una alcantarilla: “Era lo único que me quedaba. Quise maldecir, pero solo pude decir: ‘Por favor, no me sueltes, Señor’”. Desde entonces, su vida cambió. “No mejoró mi suerte, pero mejoró mi actitud. Entendí que la fe no elimina las pruebas, las atraviesa”, señaló.
EL CATÓLICO QUE VOLVIÓ A CASA
Hoy asiste a Misa cada domingo y reza el Rosario todos los días, esté donde esté. Su fe lo llevó a prometer algo distinto: “No fui sacerdote, pero le ofrecí a Dios ser su agente secreto… hablarle a la banda que más lo necesita”.
Cuando sube al escenario y hace una reverencia, pronuncia en silencio: “Todo para gloria de Dios”. El humorista del sarcasmo encontró su fe en la Sagrada Familia. Y el mundo —sin esperarlo— encontró en su risa un testimonio.





