Del Asfalto al Altar: El Camino Secreto de Fe de Bruce Springsteen
- Canal Vida
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Bruce Springsteen, el gigante del rock, escondió siempre un secreto: su fuerza no nació en los escenarios, sino en los bancos de una iglesia. Su camino espiritual, marcado por sombras, redención y poesía bíblica, revela al verdadero hombre detrás del mito.

Bruce Springsteen se ganó el apodo de “El Jefe” por incendiar estadios con guitarras, motos, sudor y rebeldía. Pero detrás del rockero que corre por autopistas interminables, late un hombre marcado a fuego por la fe católica, por monjas severas, sacerdotes silenciosos y crucifijos que lo miraban desde su infancia en Nueva Jersey.
Nació entre calles grises y bares de mala muerte, pero su imaginación se encendió en los bancos de la parroquia Santa Rosa de Lima. Él mismo lo confesó en su autobiografía Born to Run: ahí encontró “poesía, peligro y oscuridad”, una mezcla brutal de castigo y recompensa que moldeó todas sus canciones. No fue en los estadios: su primera canción empezó en la Iglesia.
“Es difícil ser un santo en la ciudad”, escribió de joven, mientras el diablo “aparecía como Jesús en la calle”. Ya desde Greetings From Asbury Park hasta Letter to You, Springsteen llenó sus letras de bautismos, ríos que purifican, tierras prometidas, pecados heredados y redenciones imposibles.

En The River, dos adolescentes terminan “bautizados” en un agua que después se seca, como sus sueños. En Nebraska, asesinos, fracasados y perdidos parecen condenados… pero siempre queda una rendija de justicia y esperanza, “donde las deudas se pagan” y la fe sobrevive entre la mugre.
Tras el 11 de septiembre, el rockero se volvió casi predicador: The Rising es un Vía Crucis moderno que llama a levantarse, a agarrarse de unas manos extendidas “entre campanas que llenan el aire” y una María que danza “en un cielo lleno de luz”.
Y en Jesus Was an Only Son, Springsteen se arrodilla del todo: contempla a Cristo en Getsemaní, besando las manos de su Madre, aceptando la cruz por amor. El rebelde de Jersey, al final, siempre estuvo corriendo hacia Dios.





