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“¡Basta de Barbarie!”: El Grito Doloroso del Papa que Estremece al Mundo

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 20 jul
  • 3 Min. de lectura
Tras el Ángelus, León XIV rompió el silencio con un mensaje urgente por la paz. Mencionó a las víctimas una por una y lanzó un grito desgarrador al mundo: “¡Basta!”. ¿Qué más dijo?
León XIV
Con rostro sereno pero corazón herido, León XIV leyó su mensaje más valiente: denunció el horror en Gaza, nombró a los muertos y reveló lo que habló con el primer ministro israelí. La Iglesia no se calla. (Fotografía: Vatican Media)

Desde lo alto de Castel Gandolfo, con el alma herida y la voz firme, León XIV rompió el silencio con un mensaje que retumbó como trueno en el corazón de los fieles y en la conciencia del mundo: “Pido una vez más que se detenga de inmediato la barbarie de la guerra”.


Sus palabras, después del Ángelus, no fueron solo una súplica, sino un clamor desesperado, un llamado de auxilio por los inocentes atrapados entre el fuego y el olvido.







CLAMOR POR LA PAZ

El Santo Padre abandonó este domingo 20 el tono calmo que caracteriza su disertación, y con el corazón roto, lanzó una de las intervenciones más conmovedoras de su joven pontificado.


“Le pedí (a Benjamin Netanyahu) que cese el fuego, que proteja los lugares sagrados y a los inocentes. La violencia solo genera más odio”. (León XIV)

Lo hizo con nombre y apellido: Saad Issa Kostandi Salameh, Foumia Issa Latif Ayyad, Najwa Ibrahim Latif Abu Daoud. No eran números. Eran vidas. Eran cristianos asesinados dentro de la única parroquia católica en Gaza, la Sagrada Familia, atacada por el ejército israelí días antes.


“A ellos y a sus familias”, dijo el Obispo de Roma, “los llevo en mi corazón. Y con ellos, a todos los cristianos perseguidos de Oriente Medio”.

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UNA IGLESIA HERIDA EN TIERRA SANTA

El ataque —ejecutado el 18 de julio— alcanzó un templo donde se refugiaban más de 600 personas. Entre los heridos se encuentra el propio párroco, el padre Gabriel Romanelli. El lugar sagrado quedó marcado por la sangre.


El sucesor de Pedro desde su residencia de verano en Castel Gandolfo, no dudó en calificarlo como un nuevo acto de “barbarie” que se suma a la cadena de crímenes contra civiles y lugares de culto en Gaza.


“No se puede seguir bombardeando la esperanza”, expresó.



UN MENSAJE AL MUNDO... Y A NETANYAHU

Pocas horas antes de ese Ángelus desgarrador, el Papa había hablado por teléfono con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Lo confirmó él mismo a los periodistas: “Le pedí que cese el fuego, que proteja los lugares sagrados y a los inocentes. La violencia solo genera más odio”.


La conversación fue breve, pero directa. León XIV no esquivó el dolor. Le dijo al líder israelí lo que muchos gobiernos callan: “El precio que está pagando la población civil es desgarrador”.


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“¡Basta de barbarie!”: con la mano alzada y la voz quebrada, León XIV clamó por la paz ante una multitud que no podía contener las lágrimas. Desde la histórica Castel Gandolfo, el Papa enfrentó al mundo con fe y coraje. (Fotografía: Vatican Media)
LA SÚPLICA QUE NO PUEDE IGNORARSE

Desde la explanada de la iglesia frente a la plaza Libertad pidió a la comunidad internacional que actúe. No con discursos vacíos, sino con medidas concretas: respeto al derecho humanitario, protección de los civiles, fin a los castigos colectivos, y rechazo al uso indiscriminado de la fuerza.



“ESTAN EN EL CORAZÓN DEL PAPA Y DE TODA LA IGLESIA”

Sus palabras no fueron solo geopolíticas. Fueron profundamente humanas. A los cristianos de Oriente Medio, León XIV les habló con ternura: “Sé que sienten que no pueden hacer nada ante tanto horror. Pero su fe, su testimonio, su fidelidad silenciosa… es un faro para toda la Iglesia”.


Y luego, el gesto más inesperado: en medio del dolor, el Papa evocó la figura de María como “mujer de Oriente, aurora del nuevo sol”. No es casualidad. La invocó como escudo espiritual para un pueblo que sangra, y como señal de que la paz puede renacer incluso entre las ruinas.

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UN RUGIDO DESDE EL ALMA DE LA IGLESIA

Mientras la comunidad internacional aún titubea, mientras el mundo asiste con indiferencia a la destrucción diaria de vidas y templos, León XIV se planta como conciencia viva. Su súplica no es política: es profética.


Y su mensaje retumba como eco bíblico: “Basta de barbarie. No se puede seguir matando en nombre de la seguridad. No se puede seguir construyendo paz con metralla”.


Desde un pequeño lugar en Italia, un hombre de blanco gritó por millones. Y quizás, por primera vez en semanas, alguien escuchó.



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