Villa Giardino Ardió de Espíritu Santo: El Encuentro Carismático que Sacudió a la Argentina
- Canal Vida

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El Encuentro Nacional de la Renovación Carismática en Villa Giardino encendió un fuego que nadie pudo apagar: más de 700 servidores vivieron mensajes proféticos, llamados urgentes a la conversión y enseñanzas que cuestionan al liderazgo católico en toda la Argentina.

Córdoba (Argentina) volvió a convertirse en un volcán espiritual. En Villa Giardino, donde las sierras parecen respirar con el viento, más de 700 almas colmaron el Encuentro Nacional de Servidores y Grupos de Oración de la Renovación Carismática Católica (RCC) que se realizó del 14 al 16 de noviembre.
Lo que allí ocurrió no fue solo un retiro: fue un terremoto de Espíritu Santo, una sacudida que buscó despertar a una Iglesia llamada a liderar, discernir, corregir, sanar… y ponerse de pie.
UN COMIENZO QUE ENCENDIÓ FUEGO: “ESTAMOS VIVIENDO UN KAIROS”
La jornada abrió con una Misa presidida por monseñor Adolfo Canecín, obispo de Goya y asesor episcopal de la RCC. Desde la primera palabra dejó claro que no habría medias tintas:
“Un liderazgo que consulta, que discierne, que inspira… ese es el liderazgo que el Espíritu exige hoy”.
El prelado lanzó un llamado feroz contra el clericalismo interno, el individualismo espiritual y los liderazgos que funcionan sin comunión: “Debemos conocer por dónde va la Iglesia. Sin comunión no hay Espíritu. Sin discernimiento, no hay misión”.
La homilía estalló en el salón. Todos entendían lo mismo: la RCC entró en un tiempo de poda, purificación y madurez espiritual.

DISCERNIMIENTO: “EL CARISMA DE LOS CARISMAS… Y EL MÁS PELIGROSO”
La segunda enseñanza llegó a cargo de José Tomás Martínez Zárate, quien no tuvo miedo de confrontar errores y abrir heridas que la RCC arrastra desde hace años: “Si no discernimos, somos un peligro”. Palabras duras, pero necesarias.
Martínez Zárate denunció la emoción desordenada, los supuestos “fenómenos sobrenaturales” sin base espiritual y el uso inmaduro de los dones: “No todo lo que da piel de gallina es el Espíritu Santo”, aseguró, al tiempo que sostuvo que “muchos quieren profecías, pero no quieren frutos”.
Recordó que el primer criterio de discernimiento no es la emoción, sino la razón iluminada por la Palabra, el Magisterio y la sana doctrina.

EL LÍDER QUE DIOS QUIERE: HUMILDAD, OBEDIENCIA Y CASA ORDENADA
En otra de las enseñanzas, Martínez Zárate volvió a cargar con fuerza: no todo el que tiene carismas es líder, ni todo líder es santo.
Citando Marcos 10, el padre Raniero Cantalamessa y el testimonio de santos como Martín de Porres, dejó siete rasgos innegociables para un liderazgo auténtico:
humildad real, no teatral;
obediencia sin negociaciones;
capacidad de escuchar sin manipular;
gobernar bien la propia casa antes de querer gobernar la Iglesia;
madurez espiritual, sin “recién convertidos al mando”;
corazón no envidioso;
discernimiento constante frente a los engaños del enemigo.
Las frases cayeron como martillazos: “Los carismas pueden llevar al cielo… o pueden llevar al infierno si no hay discernimiento”.

“LA ORACIÓN ES OXÍGENO”: EL PADRE MARCELO TOLEDO SACUDIÓ A LOS SERVIDORES
El sábado, el padre Marcelo Toledo, nuevo asesor nacional, predicó sobre las tres columnas que sostienen a todo líder:
obediencia
memoria agradecida
oración constante
Toledo fue directo: “La oración no es una opción. La oración es un ‘sí o sí’. Si no orás, no vivís”.
ÚLTIMA ENSEÑANZA: “SEREMOS JUZGADOS POR EL AMOR”
La paraguaya Silvia Mariela cerró el encuentro con un látigo envuelto en misericordia: “El líder que inspira es el que une, no el que divide”, aseguró en su disertación, y además agregó que “el líder que inspira escucha y permanece fiel en la prueba”.
Y José Tomás, de nuevo, remató con una frase que estremeció: “Jesús empezó con doce hombres rotos… y hoy somos miles de millones. El secreto no fue el carisma, fue la autenticidad”.

UN FINAL ENTRE LÁGRIMAS, ABRAZOS Y CONVERSIÓN
La clausura, otra vez presidida por monseñor Canecín, fue una explosión de gratitud.
Se habló de Cristo Rey. De la esperanza eterna. De caminar juntos. De purificarse. De volver a empezar.
Y cuando los más de 700 participantes salieron del salón, el pasillo se convirtió en una fiesta: cantos, banderas, lágrimas, risas, abrazos interminables.
Villa Giardino quedó marcado. La RCC también. La Argentina… quizá tenga una semilla que empiece a germinar con frutos.









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