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LA CUSTODIA QUE QUEMÓ UNA MANO: EL MILAGRO QUE HIZO ARRODILLAR A TODO UN PUEBLO

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 3 días
  • 2 Min. de lectura
Un sacerdote llevó la Eucaristía por una reserva indígena en Canadá… y lo que ocurrió dejó al agresor de rodillas, a cientos llorando y a la custodia brillando como fuego. Un milagro inexplicable que hoy sacude al continente entero.
Custodia Milagro
El Padre Chris Alar junto a la custodia que, según testigos, “quemó” la mano de un hombre que intentó arrebatarla durante una procesión en territorio Cree, en Canadá. Tras el grito, toda la comunidad cayó de rodillas. (Imagen ilustrativa)

En una remota reserva indígena Cree, al norte de Canadá, ocurrió algo que hoy cientos de miles de personas en redes describen como “uno de los milagros eucarísticos más impactantes de los últimos años”. Todo quedó registrado gracias al testimonio del sacerdote mariano Padre Chris Alar, cuyo relato se volvió viral por su fuerza espiritual… y por el estremecedor detalle que dejó sin respuestas a los escépticos.


El padre Alar había decidido recorrer cada calle de la reserva con la Eucaristía en la custodia, bendiciendo casa por casa a los casi 1.200 habitantes. Lo acompañaban mujeres y niños… porque, según él mismo dijo, “entre los jóvenes ya nadie creía”. Fue entonces cuando apareció el hombre que cambiaría todo.

Casa Betania

Desde lejos comenzó a gritarle: “¡Sacá esa cosa de aquí!”, mezclando insultos y amenazas. El sacerdote, firme, siguió caminando sin bajar la custodia. Pero el hombre no se detuvo. Bajó del porche, avanzó hacia él y, en un estallido de furia, intentó arrebatarle la Eucaristía con la mano abierta. Y ahí ocurrió.


Apenas tocó la custodia, saltó hacia atrás gritando, como si hubiera recibido una descarga. Su mano se abrió en rojo vivo. El sacerdote describe: “Le quemó completamente la palma, de lado a lado”.El agresor cayó de rodillas, desconcertado, mirando hacia arriba como quien descubre algo que jamás quiso aceptar.



Detrás del sacerdote, todas las mujeres y los niños también cayeron de rodillas. La reserva entera quedó en silencio. Solo la custodia brillaba.


Para el padre Alar, no fue casualidad: “Dios permitió ese milagro porque estábamos empezando a dudar. La incredulidad crecía. Y Él se manifestó”.


Una vez más, la Eucaristía habló sin palabras… y un pueblo entero las entendió.

Oh Sacramento Santísimo, Oh Sacramento Divino…



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