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Lo Descuartizaron por Defender a Cristo… y Murió con el Crucifijo en la Mano

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 16 may
  • 3 Min. de lectura
Fue torturado hasta el límite, pero no renegó de su fe. San Andrés Bobola, el mártir jesuita que murió en manos de los cosacos el 16 de mayo de 1657, sigue inspirando devoción por su valentía feroz, su fe inquebrantable y los milagros que se le atribuyen desde entonces.
San Andres
El santo que murió asesinado abrazando el crucifijo.

¿Puede un cuerpo desgarrado hablar más fuerte que mil sermones? San Andrés Bobola (1591-1657) responde que sí. Su sangre derramada en los campos de Polonia es hoy un grito que traspasa siglos. Fue sacerdote jesuita, misionero incansable y defensor de la unidad de los cristianos en tiempos de odio y guerra.


Pero su historia se transformó en leyenda el 16 de mayo de 1657, cuando su cuerpo se convirtió en testimonio de una pasión crística vivida hasta el extremo.

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LLAMADO A CONVERTIR EN LA FE

Nacido en 1591 en Sandomierz, Andrés Bobola ingresó a la Compañía de Jesús a los 20 años. Su vida estaba destinada a incomodar: predicaba donde no querían escucharlo, visitaba a quienes habían abandonado la fe, y convertía con el ejemplo, no con la imposición. Su misión era reunir a los católicos y ortodoxos en la misma fe, y por eso lo odiaban.



CALVARIO

En 1657, mientras misionaba cerca de Pinsk, fue capturado por un grupo de cosacos que lo acusaron de "traidor de la ortodoxia". Lo ataron a un caballo, lo azotaron públicamente y lo llevaron a su campamento.


Allí comenzó la tortura: le arrancaron la piel del torso, le cortaron la nariz y los labios, lo cegaron con hierros al rojo vivo y le arrancaron la lengua por haber "predicado demasiado".


Lo último que hizo fue levantar un crucifijo con las manos ensangrentadas. Luego lo decapitaron.


Bobola
El santo de la fe intacta.
SEPULTADO POR LOS FIELES

Su cuerpo, mutilado, fue enterrado a escondidas por fieles que lo consideraban un santo.

Casi un siglo más tarde, cuando se desató una peste en Pinsk, su cuerpo fue exhumado y hallado milagrosamente intacto, lo que desató una renovada devoción.


Desde 1938, año en que fue canonizado por Pío XI, sus restos fueron trasladados a Varsovia (Polonia), donde hoy se pueden venerar en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús.


La urna se encuentra en una capilla lateral, y cientos de fieles llegan cada año a orar ante su cuerpo incorrupto, pedir favores e inspiración.


El santuario es uno de los sitios más visitados por los peregrinos en Polonia, y cada 16 de mayo —día de su martirio— se realiza allí una misa solemne y procesiones en su honor. El lugar irradia una atmósfera de recogimiento y testimonio silencioso de la fe vivida hasta el extremo.


San Andrés Bobola
Urna de cristal donde yacen los restos incorruptos de Andrés Bobola.
APÓSTOL DE LA UNIDAD

Su devoción crece, especialmente en tiempos de persecución religiosa y guerras. Es patrono de Polonia y de la unidad de los cristianos. En Ucrania y Bielorrusia, muchos lo veneran como intercesor en momentos de violencia. Se dice que en la Segunda Guerra Mundial su intercesión salvó a familias enteras. En redes sociales, su figura se viralizó como ejemplo de fidelidad radical.

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FE INTACTA

“San Andrés Bobola nos recuerda que el cuerpo puede ser destrozado, pero la fe no”, escribió recientemente una religiosa en Cracovia. Y eso explica por qué hoy, cientos de años después, jóvenes llevan su imagen en medallas, escapularios o tatuajes discretos. Porque no era un obispo ni un rey. Era un sacerdote que eligió morir de rodillas antes que negar a Cristo.



TESTIMONIO VIVO

En pleno siglo XXI, donde muchas veces callar es más fácil que testimoniar, su figura arde como antorcha. Lo descuartizaron... pero su mensaje no pudo ser silenciado.

Porque la sangre de los mártires no se borra. Se siembra. San Andrés Bobola, ruego por nosotros.

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