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La Virgen que Resistió el Infierno Atómico: 80 Años de Nuestra Señora de Nagasaki

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 25 sept
  • 2 Min. de lectura
En medio del infierno atómico, un rostro permaneció intacto. La imagen de Nuestra Señora de Nagasaki, con los ojos quemados y el dolor en su mirada, se convirtió en el grito silencioso contra la guerra y en faro de esperanza eterna.
nuestra Señora y Papa Francisco
Francisco frente a Nuestra Señora que resistió la bomba atómica.

El 9 de agosto de 1945, el cielo sobre Nagasaki se desgarró con un estruendo que cambiaría la historia para siempre: la segunda bomba atómica cayó sobre la ciudad, aniquilando en segundos a más de 70.000 personas.


En medio de los escombros ardientes de la catedral de Urakami —la iglesia católica más grande de Asia en aquel tiempo— los misioneros encontraron un rostro mutilado que parecía imposible que hubiera sobrevivido: la cabeza carbonizada de una imagen de la Virgen María.


Su expresión quedó marcada para siempre: ojos quemados, una hendidura profunda en el rostro y, sin embargo, una mirada que transmite compasión y dolor al mismo tiempo. Desde entonces, la llamaron “Nuestra Señora de Nagasaki” o “María Bombardeada”, símbolo de una fe que ni la violencia más brutal pudo extinguir.


Catedral
Una catedral destruida por la bomba atómica, donde lo único que se salvo es el rostro de la Madre.
UNA HERIDA QUE HABLA SIN PALABRAS

El Papa Francisco, al contemplarla décadas después, confesó que esa imagen “habla sin palabras”.


Representa tanto el horror indescriptible de las víctimas como el consuelo silencioso de una Madre que nunca abandona a sus hijos. María quedó allí, en ruinas, recordando que incluso en la oscuridad más absoluta, Dios permanece.

Pedro Kriskovich
PROCESIÓN DE LUZ EN LA CIUDAD DE LAS SOMBRAS

Cada año miles de fieles se reúnen en silencio en Nagasaki con velas encendidas. Llevan en procesión la imagen de Nuestra Señora de Nagasaki, pidiendo paz para el mundo y clamando: “¡Nunca más la guerra!”.




80 AÑOS DESPUÉS: UNA ADVERTENCIA VIVA

Hoy, cuando el mundo vuelve a coquetear con el lenguaje de la violencia y la amenaza nuclear, la Virgen de Nagasaki sigue siendo un testimonio vivo contra la barbarie. Quemada, herida y mutilada, pero en pie, la imagen grita al mundo que la fe resiste incluso al fuego atómico.


María no huyó. María quedó en medio de las ruinas para recordarnos que su presencia es garantía de esperanza, una promesa de que ni las bombas más destructivas pueden vencer la luz de Dios.



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