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La Rosa Blanca que Acompañó al Papa Hasta la Eternidad

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 4 días
  • 2 Min. de lectura
Una rosa blanca, símbolo del vínculo eterno entre Francisco y santa Teresita de Lisieux, acompaña hoy su descanso final en la basílica de Santa María la Mayor. Una señal de amor y fe que iluminó toda su vida… y también su eternidad.
Papa Francisco
Francisco y su relación especial con santa Teresa de Lisiex

En la vasta solemnidad de la basílica de Santa María la Mayor, un pequeño milagro silencioso florece: una rosa blanca reposa sobre la lápida de mármol que cubre los restos del Papa Francisco. No es una decoración. Es un mensaje. Es la huella indeleble de un amor profundo, un pacto íntimo entre Francisco y santa Teresa de Lisieux, la "pequeña flor" que acompañó al Pontífice hasta el final.

Pedro Kriskovich

Desde sus años como arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio mantenía un vínculo conmovedor con Teresita. En su biblioteca personal, un jarrón con rosas blancas frente a la imagen de la joven santa hablaba sin palabras. Cada vez que el futuro Papa enfrentaba una dificultad, no pedía milagros: rogaba a Teresa que "tomara su problema en sus manos" y aguardaba la señal. Siempre, invariablemente, llegaba una rosa blanca.

Casa Betania

Así ocurrió en su primera gran prueba como Pontífice: la vigilia por la paz en Siria en 2013. Y volvió a repetirse en los momentos más duros de su salud, cuando una rosa blanca de Lisieux fue colocada junto a su cama en el Policlínico Gemelli.


Hoy, mientras el mundo llora su partida, la misma señal de esperanza y confianza eterna descansa sobre su tumba. Una flor simple. Un pacto de amor. Un testimonio silencioso que grita al mundo que Francisco no está solo: su "pequeña flor" camina con él hacia la eternidad.

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