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La Pecadora que Besó los Pies de Dios

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 22 jul
  • 5 Min. de lectura
La mujer que amó más que los apóstoles. ¿Era prostituta, santa… o las dos cosas? ¿Por qué fue la primera en verlo resucitado? El misterio de su tumba en Francia y su rol olvidado en la historia del cristianismo.
María Magdalena
Revelación entre lágrimas: Una escena poderosa representa a María Magdalena frente al Cristo resucitado. En su rostro, el asombro del primer encuentro con el misterio más grande de la fe. Fue ella —no Pedro ni Juan— quien escuchó primero la Voz del cielo.

Cuando todos huyeron, ella se quedó. Los soldados romanos alzaban sus lanzas, el cielo se oscurecía, y los amigos más cercanos de Jesús desaparecían entre las sombras del miedo. Pero ella no. María Magdalena no retrocedió. No traicionó. No se escondió. Permaneció al pie de la cruz, con los ojos inundados de dolor, enfrentando el horror sin apartarse. En un mundo que castigaba a las mujeres con el silencio, ella alzó su alma y no abandonó a su Maestro ni siquiera en la hora más oscura de la humanidad.


Mientras Pedro negaba conocerlo y los demás se ocultaban por temor a ser ejecutados, Magdalena fue testigo de la sangre, de los clavos, del llanto de la Virgen. Su amor fue tan radical, tan escandaloso, que hasta los Evangelios tuvieron que suavizarlo. Lloró como nadie en ese Gólgota cruel. Y fue esa misma mujer despreciada por el mundo —y quizás por los propios apóstoles— la que eligió ungir su cuerpo, amortajar su dolor, y velar su tumba.


"María Magdalena es el ejemplo de lo que Cristo puede hacer con un alma que se deja amar."

Y cuando ni siquiera los ángeles se atrevían a hablar… fue a ella a quien el Resucitado eligió. No a Juan, no a Pedro, no a Santiago. A ella. A la mujer a la que el mundo llamó pecadora. Fue María Magdalena quien recibió el primer "No temas". La primera mirada del Cristo glorioso. La primera misión: anunciar que la muerte había sido vencida. El secreto más grande del universo fue revelado a quien la historia eclesiástica intentó relegar durante siglos. ¿Por qué? ¿Qué vio Jesús en ella que otros no pudieron comprender?







UNA HISTORIA QUE COMENZÓ CON LÁGRIMAS

La historia de María Magdalena no arranca con ángeles ni milagros… sino con lágrimas. Lágrimas de vergüenza, de arrepentimiento, de una vida desgarrada por el pecado, la marginación y el juicio de los hombres. Los Evangelios dicen que de ella salieron siete demonios, pero la cultura —y hasta ciertos sectores de la Iglesia durante siglos— hicieron algo peor: la encadenaron a una imagen que no le pertenecía. La confundieron con una adúltera, la redujeron a prostituta, la llamaron pecadora sin nombre… borrando su verdadero rostro de apóstol, testigo y santa.


Pero en cada lágrima que derramó a los pies de Cristo, fue reconstruyendo su historia. No huyó como los discípulos. No negó como Pedro. No traicionó como Judas. Fue ella quien se mantuvo de pie en el Calvario, llorando junto a la cruz mientras todos los valientes de palabra desaparecían en la oscuridad. Fue ella quien enfrentó el sepulcro vacío, quien venció el miedo, quien escuchó al Resucitado llamarla por su nombre. Fue ella quien llevó la noticia más grande de la humanidad al mundo. No Pedro. No Juan. María.


Hoy, siglos después, su figura vuelve a estremecer al cristianismo. Ya no como símbolo de escándalo, sino como profeta del amor más puro. No fue solo la mujer que besó los pies de Dios. Fue la primera en verlo resucitado. La primera en ser enviada. La que amó hasta la locura. La que creyó cuando el cielo aún estaba en silencio. La que nos enseña que a veces —solo a veces— los que más cayeron… son los únicos capaces de levantarse con gloria.

Pedro Kriskovich
¿POR QUÉ LA IGLESIA OCULTÓ SU HISTORIA?

Durante siglos, María Magdalena fue silenciada. Desde los púlpitos, se hablaba de Pedro, Juan, Pablo… pero raramente se mencionaba a la mujer que escuchó el “¡María!” más tierno jamás pronunciado.


¿Por qué? Algunos creen que su historia fue incomprendida por una Iglesia más cómoda con santos varones. Otros sostienen que la figura femenina de tanto poder espiritual resultaba incómoda.


En los textos gnósticos —como el evangelio de María o el de Felipe— se la presenta como “la compañera más amada de Jesús”, capaz de entender revelaciones que ni los apóstoles comprendían. Pedro mismo, según estos textos, se habría enfadado por la cercanía de ella con el Maestro.


La Magdalena era peligrosa… no por pecadora, sino por santa. Por eso muchos prefirieron presentarla como arrepentida, y no como líder espiritual.


María Magdalena
María Magdalena llora a los pies del Crucificado, encarnando el dolor, la redención y el amor más radical. En cada lágrima, reconstruye su historia: de pecadora rechazada a testigo del milagro más grande de la humanidad.
FUE LA PRIMERO EN VERLO RESUCITADO

El Evangelio según san Juan lo dice claro: fue María Magdalena la primera en encontrar el sepulcro vacío. Fue ella la primera en ver a Jesús resucitado. Y fue ella, no Pedro ni Juan, la primera enviada a anunciar la noticia que cambiaría la historia del mundo: “¡He visto al Señor!”.


Por eso, los Padres de la Iglesia la llamaron “apóstol de los apóstoles”. Porque fue la primera en predicar la Resurrección. Porque su fe fue más grande que su pasado. Porque donde todos vieron muerte, ella vio vida.

Casa Betania
¿MURIÓ EN FRANCIA? ¿DÓNDE ESTÁ SU TUMBA?

La tradición oriental dice que María Magdalena murió en Éfeso, junto a la Virgen María y san Juan. Pero en el siglo XI, comenzó a difundirse en Europa una tradición poderosa: Magdalena había predicado en el sur de Francia, en la región de la Provenza.


Se dice que llegó en una barca sin timón, junto a Lázaro y Marta. Que evangelizó Marsella. Que vivió los últimos 30 años de su vida como ermitaña en la cueva de Sainte-Baume, dedicada a la oración y la penitencia. Y que allí fue sepultada.


Hoy, en el santuario de Saint-Maximin-la-Sainte-Baume, se veneran sus reliquias. Cada año, miles de peregrinos visitan la tumba de “la amiga del Señor”, buscando lo que ella encontró: perdón, amor y propósito.

María Magdalena
Santuario de Saint-Maximin-la-Sainte-Baume, en Francia: allí, entre velas, reliquias y silencio, miles de peregrinos buscan cada año el misterio de María Magdalena, la mujer que habría amado a Dios hasta los huesos… y que, según una antigua tradición, descansa aquí desde hace siglos.
APARICIONES MODERNAS

Dicen que aún se aparece. Que hay lugares donde su presencia se hace sentir. En tiempos de guerra y caos, hay quienes aseguran haber sentido su consuelo. En medio de conversiones profundas, su nombre resuena como símbolo de redención.


En 2016, el Papa Francisco elevó su memoria litúrgica al rango de “fiesta”, al igual que los apóstoles. Un gesto que repara siglos de olvido.


Y cada 22 de julio, las iglesias del mundo entero la recuerdan como lo que realmente fue: una mujer transformada por el amor de Dios.

gin
UNA SANTA PARA LOS TIEMPOS ROTOS

María Magdalena no fue perfecta. No nació santa. No fue comprendida por todos.

Pero es el ejemplo de lo que Cristo puede hacer con un alma que se deja amar. Es la prueba viva de que el pasado no define el futuro.Y es la esperanza para millones de mujeres y hombres que se sienten rotos, olvidados o indignos.


Ella lo besó con lágrimas. Él la llamó por su nombre. Y ese encuentro cambió el mundo para siempre.


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