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La Hermana de Lázaro que Cargó con la Cruz del Silencio

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 29 jul
  • 5 Min. de lectura
Silenciada por siglos, santa Marta fue mucho más que una cocinera. Venció un dragón, tuvo visiones y fue clave en la misión de Jesús. Su vida oculta grita desde el Cielo. Conocé su verdadera historia… y preparate para estremecerte.
Santa Marta
La leyenda que cruzó siglos: santa Marta domó a la bestia de Tarascón sin armas ni gritos, solo con agua, oración… y amor. La fe no necesita espadas para vencer al mal.

Dicen que estaba en la cocina. Que mientras su hermana María escuchaba extasiada las palabras de Jesús, ella se preocupaba por los platos, el pan recién horneado y que todo estuviera perfecto para el Maestro.


Así nos la enseñaron: santa Marta, la patrona de las amas de casa. Pero… ¿y si te dijeran que esa imagen esconde una verdad explosiva? ¿Y si la mujer relegada a las tareas domésticas fue, en realidad, una de las figuras más poderosas, prácticas y espirituales del cristianismo naciente?


Hoy, en su fiesta litúrgica, Canal Vida revela los secretos mejor guardados de la hermana de Lázaro. Una mujer que no solo hospedó a Jesús, sino que combatió demonios, evangelizó tierras lejanas, tuvo visiones místicas… y enfrentó a un dragón.







LA ADMINISTRADORA SECRETA DE LOS DISCÍPULOS

Marta de Betania vivía en un hogar de puertas abiertas. Jesús pasaba por allí con frecuencia. No era solo una anfitriona, era una mujer de recursos, con poder, liderazgo… y posiblemente dinero.


Algunos estudiosos sugieren que Marta fue la verdadera administradora del grupo de discípulos. Mientras Judas llevaba la bolsa, era Marta quien organizaba los hospedajes, gestionaba las comidas, y coordinaba los movimientos logísticos.


¿Te imaginás al mismísimo Hijo de Dios confiando en ella para que nada faltara? Marta no solo cocinaba. Era la columna silenciosa de una revolución espiritual.

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UNA FRASE MALINTERPRETADA POR SIGLOS

“María ha elegido la mejor parte”, dijo Jesús. Esa frase condenó a Marta a siglos de olvido, a que se la viera como la “menos espiritual”, la que no entendía lo sagrado.


Pero los místicos medievales reinterpretaron ese pasaje: Jesús no la reprendía, la despertaba. No le decía que estaba mal servir, sino que no debía olvidar por qué servía.


Esa línea marca el corazón de su historia: Marta cargó con la cruz del silencio, de hacer sin que nadie vea, de amar sin que nadie lo aplauda. Es la santa de quienes rezan mientras lavan los platos, de las madres agotadas, de los trabajadores que no tienen tiempo para el sermón, pero hacen del amor un altar diario.


Santa Marta
Una escena eterna: el momento en que Jesús no la reprende, sino que la despierta. Marta representa a los que aman sin aplausos, a los que transforman lo cotidiano en ofrenda divina.
LA EXORCISTA DE DRAGONES

Y si hasta aquí pensabas que la historia era fuerte… escúchá esto. Según una antigua tradición francesa, Marta llegó a Tarascón, en la Provenza, después de la Resurrección de Jesús. Allí encontró una ciudad aterrorizada por un monstruo. No era una metáfora. Era un dragón. Un ser real, mitad bestia, mitad demonio, que devoraba a la población y tenía al pueblo paralizado.


¿Qué hizo ella? No llamó a soldados ni huyó. Caminó directo hacia la criatura… y con una cruz en la mano y agua bendita, la enfrentó. Rezó. Cantó salmos. Y el monstruo se rindió ante la fuerza de su fe.


Hoy, Tarascón celebra una fiesta en su honor donde se recuerda este episodio como una batalla espiritual real: una mujer, sola, venciendo al mal con el poder del Cielo.

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APARICIONES, VISIONES Y MILAGROS

La figura de Marta no terminó con su muerte. En Francia, durante siglos, se registraron apariciones donde la santa hablaba de la importancia de la fe activa. En una revelación a una monja del siglo XVI, se presentó con un delantal y una jarra de agua, diciendo: “No es menor quien sirve. Es mayor quien ama mientras sirve”.


En América Latina, muchos la invocan como intercesora de los imposibles. En Venezuela, se le reza para calmar tormentas. En México, su imagen apareció en cocinas rurales donde luego se producen sanaciones inexplicables. En Paraguay, hay quienes aseguran haber soñado con ella en medio de problemas familiares, y al despertar, todo había cambiado.


Santa Marta
Santa Marta en clave latinoamericana: protectora de los olvidados, intercesora de los imposibles. Testimonios desde Venezuela, México y Paraguay aseguran su presencia en sueños, milagros y hogares humildes.

LA SANTA DE LOS QUE SOSTIENEN EL MUNDO

Marta no predicó como Pablo. No fue mártir como Pedro. Pero sin ella, la Iglesia no habría caminado. Su santidad es silenciosa, como un corazón latiendo bajo un delantal. Ella representa a quienes cocinan para un enfermo, a quienes planchan una túnica para la misa, a quienes trabajan mientras los otros oran.


Es la santa de los que sostienen el mundo con los pies en la tierra y el alma en el Cielo.



¿FEMINISTA CRISTIANA?

Algunos teólogos contemporáneos la proponen como modelo de empoderamiento femenino: Marta no esperó a que los varones hicieran todo. Tomó la iniciativa. Discute con Jesús sobre la resurrección de su hermano y Él le responde con una de las frases más profundas del Evangelio: “Yo soy la resurrección y la vida”.


¿A quién se lo dijo? A Marta. No a un apóstol. No a un sabio. A una mujer que no tenía miedo de preguntar, de enfrentar, de amar con todo el cuerpo.

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EL CUERPO QUE NO SE CORROMPIÓ

Cuando falleció en Tarascón, su cuerpo fue colocado en una cripta. Años más tarde, cuando se exhumaron sus restos, algo dejó a todos perplejos: su cuerpo estaba incorrupto.


Durante siglos, los peregrinos acudieron a verla, rogando por sanación, por consuelo, por fuerza. Su tumba es hoy un santuario de fe… y un testimonio de que quienes sirven en silencio, también serán glorificados.



LA HISTORIA QUE QUIEREN QUE OLVIDES

¿Por qué se habla tan poco de ella? Porque Marta no encaja en los moldes. Es mujer. Es fuerte. No fue mártir, pero combatió monstruos. No escribió cartas, pero organizó comunidades. No predicó en plazas, pero transformó hogares. No buscó protagonismo, pero el Cielo la eligió como columna oculta.


En tiempos donde se discute tanto sobre los roles, Marta nos muestra el poder de lo invisible.

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SANTA VIRAL PARA UN TIEMPO INVISIBLE

Hoy, cuando muchos sienten que nadie ve su esfuerzo, que su oración es simple, que su fe es práctica pero no “teológica”, Marta vuelve a hablar. Desde las cocinas, desde las camas de hospital, desde las oficinas olvidadas. Desde Tarascón hasta América Latina.


Y dice: “Dios ve lo que los hombres no ven”. Ella, que cargó la cruz del silencio… hoy grita con fuerza desde el Cielo.


Marta de Betania no fue una espectadora. Fue protagonista de la historia de la salvación. La ignoraron. La minimizaron. Pero su vida es dinamita espiritual. Hoy más que nunca, necesitamos redescubrirla.


Porque el mundo no se sostiene sobre discursos, sino sobre manos que lavan, cocinan, rezan… y enfrentan dragones.



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