La Bendición que Emocionó a Roma: León XIV y las Personas que Llevaron a Jesús en sus Manos
- Canal Vida
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Cientos de personas alzaron al Niño Jesús hacia el Papa que pidió oración, paz y fe sencilla. No fue un gesto más: fue una escena que recordó quiénes sostienen la esperanza del mundo… y por qué la Navidad todavía importa.
No fue un gesto protocolar. No fue una escena más del calendario vaticano. Fue una imagen poderosa, cargada de fe y de futuro: cientos de personas alzando al Niño Jesús hacia la ventana del Papa, esperando una bendición que atraviesa generaciones.
Este cuarto domingo de Adviento, la plaza de San Pedro volvió a latir con una tradición que nació en 1969, impulsada por san Pablo VI, y que hoy León XIV retomó por primera vez como Papa. Manos sosteniendo estatuillas del Niño Dios —algunas envueltas en túnicas blancas y doradas, otras desnudas, como en Belén— miraban al cielo con una esperanza silenciosa.
Tras el Ángelus, León XIV no habló como un jefe de Estado ni como un líder distante. Habló como pastor. Y pidió algo que desarma: “Queridos niños, ante el pesebre, recen a Jesús también por las intenciones del Papa. En particular, recemos juntos para que todos los niños del mundo puedan vivir en paz”.
No pidió poder. Pidió oración. No habló de conflictos abstractos. Habló de los niños del mundo, de su derecho a vivir en paz, de una infancia sin miedo.
Luego vino el momento central: la bendición de los Niños Jesús. León XIV los bendijo “para colocarlos en los pesebres de sus casas, escuelas y oratorios”. No fue solo una bendición de figuras: fue una consagración de los hogares, de la fe sencilla, doméstica, cotidiana.
En un mundo donde la Navidad corre el riesgo de vaciarse de sentido, esta escena recordó algo esencial: Dios sigue confiando en los pequeños. Y la paz que el mundo no logra fabricar, nace otra vez en un Niño… bendecido por la fe de los niños.
La Bendición que Emocionó a Roma: León XIV y las Personas que Llevaron a Jesús en sus Manos
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