El Papa cerró el primer congreso "Economía de Francisco" donde participaron más de 1.000 personas a las que les pidió ser los protagonistas del cambio de modelo económico que beneficie a los más necesitados. "Debemos combatir la miseria con trabajo digno", subrayó.
El coraje para cambiar los paradigmas económicos que pongan en el centro a los pobres, el medio ambiente y el trabajo, sobre todo la dignidad humana, fue lo que les pidió el Papa a los más de 1.000 jóvenes economistas, empresarios y emprendedores que participaron del primer encuentro “Economía de Francisco” que se desarrolló del 22 al 24 de septiembre en Asís (Italia).
En la última jornada del congreso, que tuvo como fin generar un modelo sostenible y beneficioso para los necesitados, el Sumo Pontífice replanteó la herencia que su generación le deja a los jóvenes: un planeta descuidado y la paz en peligro.
Por lo que los invitó a ser “artesanos y constructores” de la casa común, una casa común que está "cayendo en la ruina". “Una nueva economía, inspirada en Francisco de Asís, hoy puede y debe ser una economía amiga de la tierra y una economía de paz”, señaló.
NECESIDAD DE UN CAMBIO
Las quemas de bosques, la destrucción de los bienes natural debe terminar porque conlleva la autodestrucción humana, por lo que hay que cuidar la tierra, como actualmente lo están haciendo algunas empresas y las instituciones que “están haciendo una conversión ecológica”.
“La situación es tal que no podemos sólo esperar a la próxima cumbre internacional: la tierra arde hoy, y es hoy cuando debemos cambiar, en todos los niveles”, subrayó el Obispo de Roma.
Recordando el trabajo realizado por los jóvenes sobre “la economía de las plantas”, constató cómo el paradigma vegetal contiene un “enfoque diferente con respecto a la tierra y el medio ambiente”. “Las plantas saben cooperar con todo el ambiente de su entorno, e incluso cuando compiten, en realidad están cooperando por el bien del ecosistema”, indicó.
El Pontífice espera que los jóvenes sean capaces de salir del paradigma económico siglo XX: “Aprendamos de la mansedumbre de las plantas: su humildad y su silencio pueden ofrecernos un estilo diferente que necesitamos urgentemente. Porque, si hablamos de transición ecológica, pero nos quedamos en el paradigma económico del siglo XX, que depredó los recursos naturales y la tierra, las maniobras que adoptaremos serán siempre insuficientes”, manifestó.
LA DESIGUALDAD TAMBIÉN CONTAMINA MORTALMENTE AL PLANETA
El sucesor de Pedro le pidió al millar de jóvenes que sean protagonistas del cambio rápido y decisivo que necesita el planeta, ya que de lo contrario está en peligro “la dimensión medioambiental, social, relacional y espiritual”.
“La dimensión social comienza a ser reconocida lentamente: nos estamos dando cuenta de que el grito de los pobres y el grito de la tierra son el mismo grito”, destacó, citando lo que escribió en la Laudato Si’, y añadió que “no todas las soluciones medioambientales tienen los mismos efectos sobre los más pobres y, por lo tanto, hay que preferir aquellas que reducen la miseria y las desigualdades”.
“La contaminación que mata no es sólo el del dióxido de carbono, la desigualdad también contamina mortalmente a nuestro planeta”, afirmó.
Discurso del Papa en el cierre del congreso "Economía de Francisco".
LOS POBRES, PROTAGONISTAS DEL CAMBIO
En la ciudad del santo de Asís, que dedicó su vida a los pobres, el Papa se detuvo en la pobreza: “hacer economía inspirándose en él significa comprometerse a poner a los pobres en el centro y a mirar la economía a través de ellos”.
Asimismo, indicó que una economía de san Francisco no puede limitarse a trabajar por los pobres, sino que debe abrir nuevo caminos “para que los mismos pobres se conviertan en los protagonistas del cambio”.
Mientras que el capitalismo, explicó el vicario de Cristo, quiere ayudar a los pobres, “pero no los estima”, no entiende la paradójica bienaventuranza: 'bienaventurados los pobres'.
“Nosotros no debemos amar la miseria, hay que combatirla, ante todo creando trabajo digno. Pero el Evangelio nos dice que sin estimar a los pobres no se combate ninguna miseria. Y, en cambio, es de aquí desde donde debemos partir, también ustedes empresarios y economistas: habitando estas paradojas evangélicas de Francisco”, explicó el Obispo de Roma.
Y a la luz de esta reflexión, Francisco dejó a los jóvenes “tres indicaciones”: “mirar el mundo a través de los ojos de los más pobres”, “no olvidarse de los trabajadores y crear trabajo” y “la encarnación, un compromiso concreto y cotidiano”.
“Pero para tener los ojos de los pobres y de las víctimas hay que conocerlos, hay que ser sus amigos. Y, créanme, si se hacen amigos de los pobres, si comparten su vida, también compartirán algo del Reino de Dios, porque Jesús dijo que de ellos es el Reino de los cielos, y por esto son bienaventurados. Y lo repito: que sus elecciones cotidianas no produzcan descartes”, subrayó.
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