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El Santuario de Pompeya, fortaleza de una paz que hay que defender

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 3 horas
  • 2 Min. de lectura
En el 150° aniversario de la llegada de la Virgen del Rosario a Pompeya, León XIV afirmó que el santuario fundado por san Bartolo Longo sigue siendo una fortaleza espiritual donde el amor y la oración construyen la verdadera paz que el mundo olvidó.
Virgen de Pompeya
La Virgen del Rosario de Pompeya, con el Niño Jesús en brazos, entrega el Rosario a santo Domingo y a santa Catalina de Siena: una imagen que simboliza el poder de la oración como arma de paz, fe y conversión universal.

En el 150° aniversario de la llegada de la imagen de la Virgen del Rosario a Pompeya, el Papa León XIV elevó un mensaje profundamente simbólico: la verdadera paz no se impone, se edifica desde la oración y la caridad.


El Pontífice recordó cómo, en 1875, Bartolo Longo levantó aquel templo en un valle desolado, movido por una fe que transformó ruinas en esperanza. Hoy, dijo el Papa, Pompeya sigue siendo una fortaleza espiritual, donde el eco del Rosario se alza contra las guerras y la indiferencia del mundo moderno.


León XIV afirmó que el amor de María “nace en Nazaret y culmina en el Calvario”, prolongándose hoy en su cuidado por los pobres, los humildes y los olvidados. A través del Rosario —expresó— el alma se convierte en “un espejo del Evangelio”, capaz de sembrar concordia en tiempos de fractura.

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En la carta enviada al cardenal Pietro Parolin, delegado papal para las celebraciones del 13 de noviembre, el Santo Padre invitó a los fieles a revivir la espiritualidad de san Bartolo Longo, el apóstol del Rosario y “benefactor de la humanidad”, canonizado hace apenas unas semanas.


“Cada cuenta del Rosario —escribió León XIV— es una piedra viva con la que María reconstruye el corazón del hombre y la paz del mundo”. Por eso, pidió custodiar Pompeya como un faro de oración universal, un lugar donde el cielo toca la tierra y la fe vence la desolación.


“El Santuario de Pompeya no es solo un templo —concluyó—, es la memoria de que incluso los valles más áridos pueden florecer si una madre reza por sus hijos”.



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