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El Santo que Derrotó al Diablo con una Cruz de Madera

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 53 minutos
  • 5 Min. de lectura
Vivió en silencio, pero desde su tumba sigue haciendo temblar al infierno. San Charbel derrotó al demonio con una cruz de madera. Su cuerpo exudaba aceite y aún hoy, en América Latina, continúan los milagros. ¿Te atreves a conocerlo?
San Charbel
Un rayo de luz celestial ilumina la figura imponente de San Charbel Makhlouf en su ermita del Líbano, mientras el poder de su fe rompe las tinieblas que lo rodean. Su cruz no era de oro... pero venció al infierno.

Su tumba brilló en la oscuridad. Su cuerpo exudaba aceite años después de muerto. Monjes y fieles reportaron luces inexplicables, sanaciones repentinas y conversiones imposibles. ¿Quién fue este hombre que vivió en silencio, pero que hoy hace temblar al infierno desde un rincón remoto del Líbano?


El 24 de julio, miles de fieles de todo el mundo se unen en oración a san Charbel Makhlouf, un monje maronita del siglo XIX que no solo vivió una vida de penitencia y soledad, sino que, según testimonios de médicos, obispos y fieles, continúa obrando milagros desde el más allá. En América Latina, su devoción crece como un fuego encendido en medio de una noche de oscuridad espiritual.







EL MONJE DE LOS MISTERIOS

Youssef Antoun Makhlouf nació en 1828 en Bekaa Kafra, la aldea más alta del Líbano. Desde niño mostró una atracción insaciable por la oración y la soledad. A los 23 años abandonó todo para ingresar al monasterio maronita de Nuestra Señora de Mayfouq, y luego fue trasladado a Annaya, donde pasó casi tres décadas en total reclusión. Allí adoptó el nombre de Charbel, en honor a un mártir cristiano.


No hablaba, apenas comía, dormía sobre una tabla, ayunaba casi siempre, y ofrecía todo por las almas del mundo. Pero fue después de su muerte, en 1898, cuando el mundo empezó a darse cuenta de que aquel monje callado no era como los demás.

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EL CUERPO QUE BRILLABA

Cinco meses después de su muerte, su tumba comenzó a emanar una luz intensa. Alarmados, los monjes abrieron el sepulcro: el cuerpo de san Charbel estaba incorrupto, cálido, flexible… y rezumando un líquido aceitoso con aroma a santidad.


Durante 67 años su cadáver permaneció así, exudando un misterioso aceite que fue recogido y distribuido entre enfermos y peregrinos. El Vaticano documentó cientos de curaciones inexplicables. Muchos de estos milagros fueron confirmados por médicos de renombre, incluso en países no cristianos.



AMÉRICA LATINA CAE ANTE SU CRUZ

Hoy, la figura de san Charbel se multiplica en iglesias, hospitales y casas de devotos desde el norte al sur de América. En Paraguay, su imagen preside altares domésticos y fue atribuida a la curación de niños con enfermedades terminales. En México, varios templos maronitas se llenan cada 24 de mes para pedir su intercesión. En Estados Unidos, especialmente en comunidades hispanas, se documentaron testimonios estremecedores de personas que aseguran haber sido tocadas por su poder.


Una madre argentina afirmó que su hijo autista habló por primera vez luego de colocarle una estampita del santo en la almohada. En Colombia, una mujer relata que la biopsia que confirmaba un cáncer desapareció después de ungirse con aceite bendito en su nombre. En Texas, una pareja que no podía tener hijos dice que soñó con un monje vestido de negro que les decía: “No teman. El fruto vendrá”. A los nueve meses, nació su hija, a la que llamaron María Charbel.

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LA CRUZ QUE AHUYENTÓ AL DIABLO

Una de las historias más aterradoras —y a la vez milagrosas— cuenta que un joven endemoniado fue llevado a rezar ante su tumba. El demonio comenzó a gritar, a temblar, a insultar al santo... pero fue cuando un sacerdote colocó sobre el pecho del joven una cruz tallada en madera del monasterio de Annaya, que la criatura infernal comenzó a retorcerse. “¡Él no! ¡No ese monje! ¡Su cruz me quema!”, gritaba la voz. Después de una hora de oración, el joven fue liberado.


Desde entonces, miles de fieles piden cruces bendecidas en su santuario como protección espiritual. Algunos incluso aseguran que al sostener una de esas cruces durante momentos de desesperación o tentación, una paz inexplicable inunda el alma.


San Charbel
Los monjes no podían creer lo que veían: el cadáver de San Charbel resplandecía con una luz dorada y exudaba un aceite perfumado. No estaba rígido, ni frío… estaba como dormido. Así comenzó el misterio que aún hoy conmueve al mundo.
CÓMO PEDIR SU INTERCESIÓN

El poder de san Charbel no depende de estar cerca de su tumba. Sus milagros traspasan continentes. Para pedir su ayuda, solo hace falta fe… y silencio. Así lo enseñó él.

Pasos para invocar su ayuda:
  1. Encender una vela blanca o roja: símbolo de luz y sacrificio.

  2. Rezar la oración de san Charbel (puede encontrarse en línea o en aplicaciones católicas).

  3. Hacer una petición concreta y profunda, con sinceridad.

  4. Guardar 5 minutos de silencio total, en su honor.

  5. Prometer una obra buena si la gracia es concedida: visitar a un enfermo, ayudar a un necesitado, o difundir su historia.



SU SANTUARIO: UN FARO EN LA TORMENTA

El Monasterio de Annaya recibe más de 4 millones de visitantes al año. Pero no es solo un destino turístico: es un epicentro de conversión, llanto y renovación espiritual. Muchas personas llegaron con el alma rota y se fueron con una fe nueva, como si san Charbel les hubiera entregado una nueva cruz… pero de esperanza.


Su celda permanece intacta. Su túnica, sus sandalias, su misal. Todo allí huele a Eternidad. Se dice que quienes duermen una noche en oración en ese lugar, nunca vuelven a ser los mismos.


San Charbel
¡Él no! ¡No ese monje! ¡Su cruz me quema!”, gritó el demonio al ver la cruz de San Charbel. El joven endemoniado se retorcía en el suelo… hasta que el poder del cielo lo liberó para siempre.
LA TUMBA QUE RESPIRA

Aun hoy, en ciertas noches del 23 al 24 de julio, su tumba parece brillar tenuemente. Algunos lo atribuyen a la humedad… otros a una intervención divina. Lo cierto es que médicos forenses que inspeccionaron su cuerpo en 1950 afirmaron que no había explicación científica para su estado.


En 1965, cuando fue beatificado, su cuerpo comenzó a descomponerse rápidamente, como si su “misión” de exudar santidad hubiese terminado. Fue canonizado por Pablo VI en 1977.



¿QUÉ NOS QUIERE DECIR SAN CHARBEL HOY?

En tiempos de ruido, guerra, consumismo y desesperación… un monje que no hablaba, que solo rezaba, sigue hablando con fuerza. Su vida fue una cruz de madera, simple, silenciosa… pero poderosa.


Hoy más que nunca, San Charbel nos recuerda que el alma vale más que cualquier éxito, que el silencio puede gritar más fuerte que un concierto, y que la fe aún puede derrotar al mal.


Porque cuando todo parece oscuro, aún hay un santo que brilla. Y su nombre es Charbel.



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