El "Santo" del Muro: El Mural Más Grande del Mundo del Papa Francisco Ya se Eleva en La Plata
- Canal Vida
- 19 jul
- 4 Min. de lectura
En pleno corazón de La Plata, un mural de 50 metros inmortaliza al Papa Francisco como nunca antes. Su rostro, su paz y su mensaje ahora se elevan desde una pared hacia el cielo. ¿Qué esconde esta obra monumental?

Una paloma, una mano al cielo y el Papa de los pobres en plena ascensión… Todo en una pared que ya no es solo cemento: es altar, es grito, es legado. En pleno centro de La Plata, frente a la catedral, se está gestando el homenaje más monumental a Francisco. Y no se trata de mármol ni bronce: se trata de pintura y fe.
En la esquina de 14 y 54, a pasos de la imponente templo de la "Ciudad de las diagonales", el mural más grande del mundo dedicado al Papa Francisco ya se alza con fuerza espiritual y potencia visual. Con 50 metros de altura por más de 5 de ancho, esta obra impactante no es solo un tributo: es un mensaje. La imagen elegida —una fotografía de 2013 en la plaza de San Pedro, en la que el Santo Padre sudamericano alza la mano mientras una paloma se posa sobre él— parece ascender al cielo. Literalmente.
Detrás del milagro urbano está el célebre muralista Martín Ron, junto a su equipo de artistas —Nicolás Dicianno, Mariana Parra, Nicolás Androsiuk y Gonzalo Chaves— que en tan solo 20 días dieron forma a un retrato tan vivo que ya conmueve a vecinos y turistas. "Es una de las imágenes más lindas que existen del Papa", asegura Ron. Y no es exageración.
EL PAPA DE LA GENTE, EN EL CORAZON DE LA PLATA
El mural se inscribe en un espacio simbólico: justo frente a la catedral de la Inmaculada Concepción y proyectado hacia la plaza Moreno. La pintura de Francisco parece dialogar con el cielo. Pero también con la gente. Porque no es solo un retrato: es un espejo de lo que fue Bergoglio para millones. Su sonrisa serena, su mano extendida, su sotana blanca que se funde con las nubes: todo habla de paz.
Es el primer mural de escala monumental dedicado al Papa argentino. Y, como afirma el propio Ron: “Estoy seguro de que es el más grande del mundo”. Y lo dice alguien que pintó a Maradona, Messi e íconos internacionales en Nueva York, Londres, Dinamarca y hasta Arabia Saudita.

PINTURA, TÉCNICA Y ESPÍRITU: UNA OBRA PARA LA ETERNIDAD
La técnica es hiperrealista. Pero no es una gigantografía fría: es pintura pura, a pincel, al estilo “old school”. Ron explica: “Se esboza, se mancha, se modela. Es como pintar con óleo… solo que a 50 metros del suelo”.
Y entre cada trazo, un ritual: el artista comienza todos sus murales con un “Hola, mamá” pintado discretamente. Es su firma secreta. En este caso, la emoción fue doble: “Representar a Francisco, el Papa de la paz, fue un honor inmenso”.
El resultado es abrumador: ya se detienen familias enteras a sacarse fotos, turistas que improvisan oraciones, vecinos que lo saludan desde la vereda como si el Papa estuviera allí en carne y hueso.

DEL MURO A LA MEMORIA COLECTIVA
La obra no es solo arte callejero: es parte del alma de la capital de la provincia de Buenos Aires. Ya hay quienes dicen “yo vivo cerca del mural del Papa”, como quien vive cerca de un milagro. La obra de arte se volvió parte del paisaje emocional de la ciudad. Y se proyecta como un nuevo ícono de turismo religioso y cultural.
Con la inauguración oficial prevista para el 26 de julio, el mural se convierte en un santuario urbano a cielo abierto. Y no importa si el tiempo borra sus colores en diez, veinte o treinta años: el mensaje ya quedó. La imagen de Francisco con la paloma no se irá más.

UN GRITO DE PAZ
En un mundo que se desangra por conflictos, divisiones y desigualdad, este mural no es solo un homenaje. Es un acto de resistencia visual. Es el Papa de la misericordia elevándose sobre el ruido del cemento y las bocinas. Es un recordatorio de lo que fue —y sigue siendo— su palabra: paz, humildad, justicia, ternura.
Este no es un mural. Es un testimonio. Una oración de 50 metros escrita con brochas. Una profecía urbana que nos dice: el Papa de los pobres no se fue… ahora vive en los muros que abrazan al pueblo.
El mural más grande del mundo dedicado a Francisco no solo impacta por su tamaño, sino porque —como el mismo Papa— toca el alma de quienes lo miran.
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