Con una Ford Pick Up recogía personas en situación de calle y les daba dignidad. San Alberto Hurtado, a 70 años de su fallecimiento, historia y legado de quien realizó una transformación social y espiritual en Chile de los años 40 y 50.
La camioneta que "transformaba vidas", hoy se puede ver en el "Museo Padre Hurtado", ubicado en Santiago de Chile.
Alberto, un hombre común, con una vida sencilla, entregada al prójimo, principalmente a los más necesitados, que Dios transformó en extraordinaria y que él en su camioneta verde hizo lo mismo con los olvidados: regalando esperanza por las calles chilenas y cargando el sueño de los vulnerables.
A 70 años de la partida a la Casa del Padre de san Humberto Hurtado, queda en el corazón de los chilenos esa impronta característica del amor al necesito, a quien el oriundo de Viña del Mar en sus “cuatro ruedas de la solidaridad” rescataba de la indiferencia y les regalaba un camino guiado por el Señor.
Alberto siempre quiso vivir como Jesús, a quien veía en cada pobre, huérfano e indefenso, y se preocupó por darle una vida digna. “Esa capacidad de ponerse en el lugar del otro, lo llevó a ver a muchas personas que vivían en situación de calle, que él llamaba ‘su patroncito’ porque veía a Cristo en cada uno de sus rostros”, indicó la psicóloga chilena Margarita Morandé sobre su santo compatriota, en diálogo con CanalVida.Net.
DÍSCIPULO DE JESÚS
En 1923, sus oraciones fueron escuchadas y por fin pudo ingresar al seminario de la Compañía de Jesús. Diez años más tarde recibió el Orden Sacerdotal en Bélgica.
Tres años después regresó a Chile destinado a trabajar en el Colegio San Ignacio en el que se dedicó a orientar a los niños y jóvenes que buscaban encontrar un sentido para sus vidas.
Su carisma era tan grande que su fama sobrepasó los límites del colegio y fue llamado a servir como asesor de la Acción Católica Juvenil.
Junto a sus colaboradores, recorrió la patria chilena inflamando los corazones de los jóvenes con el deseo de luchar por la gloria de Dios.
HOGAR DEL RENACIMIENTO
Los barrios populares se convirtieron en su tránsito diario, allí el santo estaba al lado de la clase obrera y era la expresión de fortaleza, generosidad y entrega.
El padre Alberto Hurtado en el "Hogar de Cristo".
Hurtado recorría las calles en una camioneta Ford Pick Up verde (la que hoy es una reliquia de segundo grado) que le daba esperanza a los humildes.
En una de esas noches dando vueltas con la “verde” en la ribera del río Mapocho encontró a niños huérfanos que vivían bajo el puente, enfermos y completamente abandonados. Entonces los llevó para que se bañaran, tuvieran medicina y una cama para descansar. “Él trataba de darle un lugar para que no se sintieran marginados de la sociedad”, destacó Morondé.
Estas experiencias lo marcaron profundamente, entonces decidió a emprender un camino de servicio efectivo: pidió a sus feligreses que lo apoyaran con todas las limosnas posibles.
Así reunió dinero, joyas y bienes inmuebles (casas y terrenos) con las que se hizo de cierto “capital” para iniciar la que sería la gran obra de su vida: “El Hogar de Cristo”, que fundó en 1944.
El padre Hurtado junto a niños en su camioneta, símbolo de la esperanza y la dignidad.
El lugar se transformó en un centro de acogida para dar albergue a gente necesitada. Su meta era ayudar a quienes vivían en la miseria, para que tomaran conciencia de su valor de personas, ciudadanos e hijos de Dios. Confió la dirección de la obra a laicos, quedándose él como capellán.
Margarita le informó al diario digital que actualmente la entidad creada por el santo atiende a más de mil personas, y posee centros comunitarios y jardines de infantes. “Si no fuera por el ‘Hogar de Cristo’ el Estado no hubiera dado abasto con tanta gente en situación de calle”, señaló.
EL SANTO SINDICALISTA
Chile a finales de la década del ’40 vivía una migración interna en el que muchas personas dejaban la zona rural para instalarse en los grandes centros urbanos en búsqueda de mejores empleos.
Esto trajo la proliferación de barrios en las periferias de las ciudades y la explotación de los trabajadores, ya que no se reconocían sus derechos.
En este contexto el padre Alberto Hurtado impulsó el desarrolló de sindicatos para que las personas se organizaran y pudieran defender sus derechos.
En 1947 creó la Asociación Sindical Chilena (ASICH) para dar formación cristiana a líderes sindicales, para que ellos trabajaran desde el corazón del mundo obrero por sus derechos y por la construcción de una sociedad más justa.
PRIMERO LA DIGNIDAD DEL SER HUMANO
San Alberto veía en el próximo a Cristo por lo que debía lugar por él y entregarse totalmente en pos de que tenga una vida digna.
Es así que creo talleres de capacitación técnica para jóvenes, con el propósito de que puedan conseguir un trabajo con una remuneración que les alcance para poder llevar el pan a sus mesas.
Todo ellos estaba siempre acompañado por Dios, a quien junto con sus “patroncitos” le dedicaba momentos de oración para agradecer por la obra que llevaban adelante con la guía del Señor.
MENSAJE DE FE
Publicó libros y dio conferencias sobre los temas que le apasionaban: el sacerdocio, la adolescencia, la educación, el orden social y el catolicismo.
En 1951 fundó la revista “Mensaje”, para que la palabra de la fe iluminara el ambiente social e intelectual del país.
El Papa Francisco rezó durante unos minutos ante la tumba de san Alberto Hurtado cuando visitó Chile en 2018.
PASO A LA ETERNIDAD
A los 51 años le diagnosticaron cáncer, se intensificaron sus dolores, igualmente siguió trabajando incluso desde su habitación en el Hospital Clínico de la Universidad Católica: la enfermedad no le quitaría ni la alegría ni la paz. Falleció el 18 de agosto de 1952.
El 16 de octubre de 1994, san Juan Pablo II lo beatificó, y fue canonizado el 23 de octubre de 2005 por Benedicto XVI.
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