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El Papa y su visita secreta al Santuario que estremeció a Roma

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 7 horas
  • 2 Min. de lectura
En un gesto inesperado y cargado de simbolismo, León XIV visitó en silencio el santuario de la Madonna delle Grazie en Mentorella. Oró como un simple peregrino, evocando la devoción de san Juan Pablo II y estremeciendo al mundo.
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León XIV desciende a rezar a la Madre.

Entre montañas escarpadas y una bruma casi mística, León XIV sorprendió al mundo con una visita privada al santuario de la Madonna delle Grazie en Mentorella, un lugar que durante siglos fue refugio de santos y escenario de leyendas que desafían a la historia.



EL MISTERIO DE MENTORELLA

No fue una visita común. El templo, enclavado a 1.218 metros de altura, entre riscos que caen sobre el valle del Tíber, guarda en sus entrañas las huellas de san Benito, que allí vivió en una cueva aún conservada, y de san Gregorio Magno. Los cronistas aseguran que incluso el emperador Constantino ordenó su fundación. Cada piedra parece susurrar plegarias antiguas.


Fue en ese escenario donde León XIV, en silencio, ayer se arrodilló ante la Virgen y encendió una vela. Nadie esperaba al Pontífice en aquel rincón remoto. Los pocos religiosos polacos de la Congregación de los Resurreccionistas que lo recibieron quedaron conmovidos: “Entró como peregrino, no como jefe de Estado”, confesó uno de ellos.

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EL ECO DE JUAN PABLO II

El gesto despertó inevitablemente la memoria de san Juan Pablo II, quien amaba este santuario y lo visitó en repetidas ocasiones. Existe un sendero dedicado a él, un camino que hoy León XIV parece haber retomado, como si quisiera unirse espiritualmente a su predecesor polaco.


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León XIV en oración silenciosa en la gruta del santuario de Mentorella, encendiendo una vela frente a la imagen de la Virgen y los rostros de mártires, como signo de súplica por la paz y esperanza para el mundo.
UN PAPA QUE BUSCA ALTURAS

Tras rezar, el Santo Padre conversó con los religiosos y regresó discretamente a Castel Gandolfo, donde se hospedaba. Pero la imagen del Papa en la cima de Guadagnolo ya circula como símbolo de un Pontífice que busca las alturas para hablar con Dios en tiempos de guerras y sombras.


Muchos creyentes lo interpretan como un mensaje: cuando el mundo se derrumba, el Papa sube a la montaña para implorar por todos. Y esa oración, dicen, podría cambiar la historia.



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