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El Papa que Encendió el Misterio de la Familia

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 24 ago
  • 3 Min. de lectura
León XIV realizó un llamado profético: salvar a la familia. A las religiosas les pidió ser “signo y profecía”, llevando el espíritu de Nazaret a un mundo herido por la soledad y el egoísmo.
León XIV
Una catequesis del corazón: ante las hermanas presentes el Papa León XIV pidió que retomen los valores de Nazaret para rescatar a la familia. (Fotografía: Vatican Media)

En el corazón del Vaticano, un sábado cargado de simbolismo, León XIV recibió a las religiosas de cuatro institutos consagrados a la Sagrada Familia. Pero no fue una simple reunión: lo que allí resonó fue un grito profético sobre el destino de las familias del mundo.


En la Sala del Consistorio, las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret, Hijas de Nazaret, Apóstoles de la Sagrada Familia y Hermanas del Buen Consejo escucharon al Pontífice, quien no dudó en confrontarlas con la misión más urgente de nuestro tiempo: rescatar el espíritu de Nazaret y llevarlo a las familias modernas, asediadas por el egoísmo, la soledad y la fragilidad de los vínculos.



EL MODELO QUE DESAFÍA AL SIGLO XXI

El Papa recordó con fuerza las palabras de San Pablo VI en Tierra Santa: la familia es “sagrada e inviolable, de belleza sencilla y austera”. Y añadió, con tono casi dramático, que sin la familia el mundo se quiebra, porque pierde la pedagogía del amor y la comunión que nacen en el hogar.


No habló en abstracto: señaló que los institutos religiosos son custodios vivos de ese tesoro. Su carisma –dijo– no es solo rezar en claustros, sino ser signo y profecía, encender hogares rotos, acompañar a padres agobiados, proteger a los niños olvidados y sostener a los ancianos que el mundo descarta.

Pedro Kriskovich
NAZARET COMO RESPUESTA AL CAOS

El Santo Padre fue más allá: “En cada casa donde ustedes sirvan, hagan florecer las virtudes domésticas y mantengan vivo el amor”. En esas palabras muchos vieron una denuncia implícita: hoy la familia está amenazada por la cultura del descarte, por las ideologías que destruyen el vínculo entre hombre y mujer, y por una sociedad que convierte a los hijos en objetos.


Pero León XIV no se limitó a señalar la herida: propuso un camino. Volver a Nazaret, donde el silencio, la oración y el trabajo de José, María y Jesús forjaron la historia más grande de la humanidad. “Sean familia”, les pidió a las religiosas, con un gesto que se interpretó como un llamado a reconstruir, desde lo pequeño, el tejido social del mundo.



“SALVEN A LAS FAMILIAS”

Con un tono cargado de emoción, el vicario de Cristo concluyó: “La familia de Nazaret es la profecía de la esperanza. Allí todo florece, allí el amor nunca muere”.


El mensaje encendió un eco que traspasó los muros del Vaticano. Muchas religiosas salieron con lágrimas en los ojos, conscientes de que su vocación ya no era solo un compromiso personal, sino una misión mundial: ser guardianas de la familia, ese santuario frágil y poderoso a la vez, que hoy necesita ser defendido como nunca antes.


En un tiempo donde la palabra “familia” parece diluirse en debates y estadísticas, León XIV devolvió a los ojos del mundo una certeza inquietante y luminosa: sin la familia, no hay futuro. Pero con la fuerza de Nazaret, la historia puede renacer.



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