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El Papa lanzó una advertencia al mundo: “Cuando el poder se olvida de la gente, la ciudad muere”

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 3 horas
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En un mensaje que sacudió conciencias, León XIV advirtió sobre el peligro de ciudades sin alma, poder sin servicio y una sociedad que olvida a los más débiles. Sus palabras resonaron como un llamado urgente a despertar.
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El Papa indicó que cuidar la ciudad es proteger a sus ciudadanos. (Fotografía: Vatican Media)

En un mensaje tan firme como conmovedor, León XIV lanzó una de las reflexiones más fuertes de su pontificado al hablar sobre el futuro de las ciudades y el sentido del poder. Lo hizo este lunes, 29 de diciembre, ante los representantes de la Asociación Nacional de Municipios Italianos, en la histórica Sala Clementina del Vaticano, en el marco del cierre del Año Jubilar.


Con la Navidad aún latiendo en el corazón de la Iglesia, el Pontífice trazó un contraste que estremeció a los presentes: la fragilidad del Niño Jesús frente a la violencia del rey Herodes. “Ahí se revela el verdadero rostro del poder”, afirmó, recordando que cuando la autoridad se aleja del servicio y se aferra a la ambición, termina destruyendo el futuro de los pueblos.


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El Santo Padre fue claro y directo: las ciudades no son estructuras anónimas ni cifras en un informe. Son rostros, historias, familias, ancianos solos, jóvenes sin horizonte, niños heridos por la pobreza. “Cuando se ignora a los más frágiles —dijo— la democracia se vacía, se vuelve un nombre sin alma”.







El Papa denunció con fuerza los males que atraviesan a las sociedades modernas: la soledad, la crisis demográfica, el abandono de los ancianos, el drama de los pobres y una plaga silenciosa que crece sin freno: el juego y la adicción, que destruyen hogares enteros. “Es una herida social que exige respuestas urgentes”, advirtió.


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Pero su mensaje no fue solo denuncia. Fue, sobre todo, una llamada a la esperanza. Recordó que gobernar es servir, que el poder verdadero nace de la humildad, la escucha y la cercanía, y que las ciudades solo pueden sanar si se construyen sobre relaciones humanas auténticas.


Citando a grandes pastores de la Iglesia, dejó una frase que resonó como un mandato moral para nuestro tiempo: “No basta con construir calles y edificios. Hay que construir fraternidad”.


En un mundo marcado por el ruido, la división y la indiferencia, el Papa pidió volver a lo esencial: poner a la persona en el centro y devolverle alma a las ciudades. Porque —como recordó— sin amor, no hay futuro posible.

El Papa lanzó una advertencia al mundo: “Cuando el poder se olvida de la gente, la ciudad muere”



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