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El Papa Gritó al Mundo: ¡Jesús Cura el Cansancio de Vivir!

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 25 jun
  • 3 Min. de lectura
En su catequesis más conmovedora, León XIV habló sin rodeos sobre la depresión, la desilusión y el vacío existencial. Pero también entregó una certeza: en los peores momentos, Cristo no solo cura… resucita el alma.
León XIV
Silencio profundo en la plaza de San Pedro. León XIV, con los ojos cerrados y las manos entrelazadas, ora por los que sufren en silencio. A su lado, dos religiosos lo acompañan en un momento de recogimiento absoluto.

En medio de un mundo herido por la desilusión, la fatiga y el desencanto, León XIV elevó este 25 de junio una catequesis que estremece. En su sexta audiencia general, no habló de teorías ni discursos vacíos: se centró en el dolor real.


“Una enfermedad muy difundida en nuestro tiempo es el cansancio de vivir.” (León XIV)

Se refirió a esas almas que se sienten sin fuerzas, esos cuerpos que ya no quieren seguir, esas vidas que parecen haber perdido la fe. Y en ese valle oscuro, gritó con esperanza: “¡Jesús es el camino, la fuerza y la resurrección!”.







LA ENFERMEDAD INVISIBLE

"Hoy muchos están cansados de vivir". Así comenzó León XIV. Con una verdad brutal. La realidad, dijo, "parece demasiado compleja, pesada, imposible de afrontar". Es entonces cuando la fe no puede ser solo una tradición heredada: tiene que ser un contacto real con Cristo.


El Papa reconoció lo que tantos sienten: el sueño de que las cosas cambien al despertar, la tentación de apagarse por dentro, de resignarse. Pero fue firme: “Con Jesús, podemos afrontarlo todo. Porque él no es una idea: él está vivo”.

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LA HISTORIA DE DOS MUJERES Y UN MILAGRO ESCONDIDO

Con una sensibilidad pastoral conmovedora, el Papa recurrió al Evangelio de Marcos para mostrarnos a dos figuras: una mujer con hemorragias desde hace 12 años, y una niña enferma al borde de la muerte.


“La muerte verdadera es la del alma: ¡de esa debemos tener miedo!” (León XIV)

Dos historias entrelazadas, dos vidas al límite. Una mujer considerada impura, condenada al aislamiento. Una niña moribunda, una familia desesperada. Pero ambas encontraron algo en Jesús. No solo sanación, sino redención.


El Pontífice recordó la frase clave: “Tu fe te ha salvado”. Y remarcó con fuerza: “Cada vez que hacemos un acto de fe verdadero, la gracia de Cristo nos toca. Aunque no lo notemos de inmediato, él empieza a transformarnos desde dentro”.


León XIV
León XIV eleva su bendición mientras un sacerdote le sostiene las hojas de su catequesis. Desde la cátedra petrina, el nuevo Pontífice recuerda al mundo que, aun en la oscuridad, hay una esperanza que no defrauda: Cristo. (Fotografía: Vatican Media)
EL MENSAJE MÁS URGENTE PARA NUESTROS TIEMPOS

El Obispo de Roma habló a los jóvenes, pero en realidad habló a todos. Nos preguntó si sabemos alimentar espiritualmente a quienes amamos, si nosotros mismos nos estamos nutriendo del Evangelio o si solo caminamos por la superficie de la fe.


“Vamos hacia Jesús: Él puede sanarnos, puede hacernos renacer.” (León XIV)

En un tiempo donde todo es rápido, visible y aplaudido, León XIV pidió recuperar la fe silenciosa, la de los que tocan a Cristo sin que nadie lo vea, como la mujer del Evangelio. Y volvió a repetir lo esencial: “No temas. Solo ten fe”.

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CUANDO TODO PAREZCA MUERTO, JESÚS PUEDE LEVANTARLO

Recordando el momento en que Cristo resucita a la niña diciendo “Talitá kum”, el Santo Padre dijo algo contundente: “Para Dios, la muerte del cuerpo es un sueño. Lo que debe preocuparnos es la muerte del alma”. Y ese es el verdadero milagro: que Jesús puede devolvernos la vida donde ya no veíamos esperanza.


“La muerte verdadera es la del alma: ¡de esa debemos tener miedo!” (León XIV)

La niña no solo se levantó: comenzó a caminar. Y Jesús pidió que le dieran de comer. Una imagen poderosísima: Cristo no solo sana, también sostiene. Da pan al cuerpo y al espíritu.

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EN OSCURIDAD, ELEGÍ CAMINAR HACIA JESÚS

El mensaje final de León XIV no fue para teólogos. Fue para vos, para mí, para todos los que alguna vez sentimos que ya no podíamos más: “En la vida hay desilusiones, desánimo, incluso muerte. Pero como aquel padre, como aquella mujer, vayamos hacia Jesús. Él puede sanarnos. Él puede hacernos renacer”.


No es un mensaje más. Es una llamada urgente: en tiempos de desesperanza, la esperanza no es una idea. Tiene nombre. Y se llama Cristo.



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