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El Papa del Silencio que Grita Esperanza: León XIV y el Misterio del Sábado Santo

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 4 horas
  • 3 Min. de lectura
En la plaza de San Pedro, el Santo Padre estremeció con una catequesis inédita sobre el Sábado Santo. Habló del silencio como vientre de la Resurrección y advirtió que incluso en la tumba, Dios prepara la sorpresa más grande.
León XIV
Una multitud reunida en la plaza San Pedro escuchó atentamente la catequesis del Papa León XIV. (Fotografía: Vatican Media)

Plaza San Pedro, abarrotada de 35.000 fieles, estalló en vítores cuando León XIV apareció en el papamóvil. Era la tradicional audiencia pública de los miércoles, pero esta vez tuvo un matiz doblemente especial: la catequesis giró en torno al Sábado Santo, el día del gran silencio, y coincidió con la fiesta de san Roberto Belarmino, onomástica del Pontífice, cuyo nombre de pila es Robert Francis. La escena fue festiva, pero el mensaje fue de fuego interior: la esperanza cristiana nace no del ruido, sino del silencio lleno de Dios.







EL GRAN SILENCIO QUE HABLA MÁS QUE MIL PALABRAS

El Pontífice abrió con una frase que heló y conmovió a la vez: “El Hijo de Dios yace en la tumba. Pero esta su ‘ausencia’ no es un vacío: es espera, plenitud contenida, promesa custodiada en la oscuridad”.


“Vivimos como si la vida nunca fuera suficiente, corremos para producir y demostrar. Pero el Evangelio enseña que saber detenerse es un acto de confianza.” (León XIV)

Las miles de almas quedaron en un silencio sepulcral, mientras León XIV comparaba el Sábado Santo con un vientre materno: oscuro, callado, pero cargado de vida. “Es el día del gran silencio —dijo—, donde el cielo parece mudo y la tierra inmóvil, pero allí se cumple lo más profundo de nuestra fe”.


La imagen fue brutal: el Dios hecho hombre, envuelto en lienzos, enterrado en un jardín nuevo como otro Edén, no era un derrotado. Era el inicio de una nueva creación.

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EL SEPULCRO COMO UMBRAL DE VIDA

El Papa insistió en un detalle que parece minúsculo, pero que encierra un misterio: el sepulcro nunca había sido usado. Para León XIV, no fue casualidad: “Esa tumba cerrada era un umbral, no un final”. Allí, lo que parecía muerte era un parto a la eternidad.


“Dios trabaja en lo profundo, en el tiempo lento de la confianza.” (León XIV)

Con tono dramático, lanzó un dardo a la modernidad apresurada: “Vivimos como si la vida nunca fuera suficiente, corremos para producir y demostrar. Pero el Evangelio enseña que saber detenerse es un acto de confianza”.


El descanso del Sábado Santo, explicó, no era derrota, sino sello de la obra cumplida.


León XIV
León XIV frente a la Madre. (Fotografía: Vatican Media)
DIOS SE RETIRA PARA QUE EL HOMBRE SEA LIBRE

Otro de los momentos más intensos fue cuando describió a un Dios “mansueto, que se retira para dejarnos libres”. Y advirtió contra las soluciones inmediatas, los atajos de la ansiedad: “Dios trabaja en lo profundo, en el tiempo lento de la confianza”.


El aplauso estalló cuando afirmó: “El sepulcro se convierte en las entrañas de donde brota una luz invencible: la Pascua”.



LA VIRGEN MARÍA, MAESTRA DE LA ESPERA

El sucesor de Pedro no dejó pasar la oportunidad de invocar a la Virgen, “la mujer que supo esperar en silencio al pie de la cruz”. Según él, María encarna esa fe paciente que no necesita pruebas, porque sabe que incluso en la tumba, Dios prepara la sorpresa más grande.

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UN MENSAJE PARA UN MUNDO RUIDOSO

La catequesis fue mucho más que una lección bíblica. Fue un mensaje dirigido a un planeta intoxicado por el ruido, la prisa y la desesperanza. “La esperanza cristiana no nace en la euforia, sino en el abandono confiado”, exclamó.


En un mundo que quiere resultados inmediatos, vicario de Cristo puso al centro un Dios que actúa en lo oculto, que fecunda en el silencio, que convierte la pausa en semilla de resurrección.



LA PLAZA QUE SE VOLVIÓ SEPULCRO Y JARDÍN

La plaza de San Pedro se transformó simbólicamente en ese jardín de la tumba nueva. Los gritos de los niños, los aplausos de los jóvenes y las lágrimas de ancianos fueron como la confirmación de que el mensaje caló.


No fue una audiencia más: fue un grito callado de esperanza.


León XIV
Una multitud saluda al Santo Padre en su tradicional recorrida por la plaza. (Fotografía: Vatican Media)

EL PAPA DEL GRAN SILENCIO

León XIV, en su onomástica, dejó una catequesis que será recordada como uno de los puntos altos de este Jubileo 2025: la exaltación del silencio como vientre de la Resurrección.


Mientras saludaba desde el papamóvil, muchos repetían sus palabras: “También en la tumba, Dios está preparando la sorpresa más grande”.



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