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El Misionero que Cruzó el Infierno para Fundar el Paraíso

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 1 jul
  • 3 Min. de lectura
Fue acusado de genocida, pero también es venerado como santo. Caminó miles de kilómetros a pie, fundó misiones, bautizó a miles de indígenas y enfrentó a imperios. San Junípero Serra, el hombre que encendió la fe en el oeste salvaje.
San Junípero
Con el crucifijo en alto y la mirada firme, san Junípero Serra desafió desiertos, enfermedades y amenazas para llevar el Evangelio al extremo occidental del mundo. Su rostro austero encierra la fuerza de quien evangelizó con amor, coraje y sacrificio.

Nacido el 24 de noviembre de 1713 en Mallorca, España, con el nombre de Miguel José Serra Ferrer, el joven fraile franciscano abandonó todo lo que tenía: una cátedra prestigiosa, una carrera intelectual prometedora y una vida cómoda. Lo dejó todo por una sola razón: anunciar el Evangelio a quienes aún no habían oído el nombre de Cristo.


Partió a América en 1749, y desde el primer momento se encontró con la dureza de la tierra. Aprendió idiomas nativos, vivía con austeridad extrema, dormía en el suelo y comía lo mismo que los pueblos a los que quería evangelizar. Sus pies heridos por largas caminatas serían el sello de su misionalidad: un apóstol a pie, bajo el sol y el castigo del camino.







LAS HUELLAS SANGRANTES QUE MARCARON LA HISTORIA

Junípero Serra fundó su primera misión en Baja California. Pero fue en Alta California donde comenzó la obra que cambiaría para siempre la historia del oeste estadounidense. Desde San Diego hasta San Francisco, creó nueve misiones y supervisó la creación de muchas más.


Estas entidades no fueron simples iglesias: escuelas, hospitales, talleres, huertas, refugios. Allí, los indígenas encontraban alimento, enseñanza, evangelización y protección frente a los abusos de los soldados o colonos. Pero también es cierto que muchos fueron obligados a adoptar un nuevo estilo de vida, y no todos lo hicieron de forma voluntaria.


Las cartas de Serra revelan su angustia cuando los militares abusaban de los nativos. Escribió al virrey exigiendo justicia, y defendió a los indígenas incluso a costa de su reputación. Pidió que los soldados fueran castigados cuando cometían excesos, algo impensado para la época. “Soy el padre de todos”, escribió, “y si uno solo sufre, yo también sufro”.



LAS 21 MISIONERAS Y EL NACIMIENTO DE CALIFORNIA

San Junípero fue el arquitecto espiritual de lo que hoy es California. Las misiones dieron origen a las principales ciudades del estado: San Diego, San Luis Obispo, San José, Santa Clara, San Francisco, entre otras.


El modelo que instauró era autosuficiente: agricultura, ganadería, catequesis, educación. Enseñó a escribir, rezar, cultivar, curar heridas con hierbas, a amar a Dios.


Cada misión tenía un campanario. Y cada vez que la campana sonaba, los pueblos sabían que allí se celebraba la Eucaristía. Era un faro espiritual en medio del desierto.

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EL JUICIO DEL SIGLO XXI: SANTO O VILLANO

En el siglo XXI, algunos grupos acusaron a Junípero Serra de ser cómplice del genocidio cultural de los pueblos originarios. Su estatua fue derribada en manifestaciones, y su nombre borrado de algunas instituciones.


Pero también hay voces que recuerdan que fue uno de los pocos que enfrentó al poder para defender a los indígenas. El Papa Francisco, al canonizarlo en 2015 en Washington, dijo: “Defendió la dignidad del nativo cuando ésta era pisoteada”.


Serra no fue perfecto. Pero fue un hombre de su tiempo que, dentro de sus límites, luchó por la justicia, la fe y la dignidad de los olvidados.


San Junípero
 Junípero Serra, en el corazón de una misión en Alta California, alza los brazos ante un grupo de indígenas que lo escuchan con atención. A su alrededor, soldados y fieles miran en silencio. Fue misionero, defensor y símbolo de una época que aún despierta pasiones encontradas.
EL MILAGRO ESCONDIDO TRAS SU CANONIZACIÓN

Para ser declarado santo, se investigaron varias curaciones atribuidas a su intercesión. Entre ellas, la de una mujer que sufrió una caída mortal en Hawai y que sobrevivió inexplicablemente tras pedir su intercesión. También el testimonio de un joven que salió ileso de un accidente de coche tras rezarle a él.


Pero el verdadero milagro, según muchos, es que su figura siga viva. Que en pleno siglo XXI se siga hablando de un fraile pobre que caminó descalzo para bautizar a niños en tierras lejanas.


Junípero Serra murió el 28 de agosto de 1784, pero su legado espiritual, cultural y político sigue dividiendo, inspirando y desafiando.


Hoy, 1 de julio, se celebra su memoria en el calendario litúrgico. Y su historia nos obliga a preguntarnos: ¿podemos juzgar con ojos de hoy a los que vivieron hace siglos? ¿Y cuántos estaríamos dispuestos a dejarlo todo por el Evangelio, como lo hizo él?


Para Canal Vida, la pregunta queda abierta. Pero una cosa es cierta: cada vez que una campana suena en California, un eco de Serra resuena en el corazón de la historia.

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