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“¡El Líbano No Se Rinde!”: El Grito de Paz del Papa León XIV Que Hizo Temblar Beirut

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 2 horas
  • 2 Min. de lectura
En un Líbano herido por la pobreza, la incertidumbre y el conflicto, el Papa León XIV lanzó un mensaje explosivo: “¡Bienaventurados los que trabajan por la paz!”. Un llamado urgente a reconciliarse, permanecer en la patria y reconstruir la unidad que el mundo olvidó.
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León XIV recibido por el presidente de Líbano, Joseph Khalil Aoun. (Fotografía: Vatican Media)

En un palacio empapado por una lluvia que no apagó la emoción del pueblo libanés, el Papa León XIV pronunció su primer discurso en el Líbano… y fue un terremoto espiritual. Sus primeras palabras rebotaron contra los muros del Palacio Presidencial como un trueno divino: “¡Bienaventurados los que trabajan por la paz!”. No saludó. No agradeció. No narró. Llamó a la batalla: la batalla por la paz.

Y Beirut escuchó.


El país que un día fue llamado la Suiza de Oriente hoy lucha contra la pobreza, el abandono, la violencia y el éxodo de su propio pueblo. Pero el Papa no llegó a lamentarse. Llegó a sacudir conciencias.«El Líbano es un pueblo que no se rinde», declaró, mirando de frente a quienes conocen la guerra, la pérdida y la desesperanza. Y añadió: «La obra de la paz es un recomenzar continuo». Una frase que, en un país agotado, sonó a profecía.


La ceremonia lo dijo todo: luces, danzas, música y un gesto que quedará en los libros de historia: la plantación del “Cedro de la amistad”, símbolo eterno de un pueblo que quiere volver a levantarse.

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Pero el mensaje más duro —y más necesario— llegó después.León XIV habló de heridas profundas que atraviesan generaciones enteras, heridas que impiden avanzar. “Sin reconciliación no hay futuro”, advirtió. Y señaló sin titubeos que la paz exige líderes valientes, instituciones honestas y ciudadanos capaces de mirar al otro sin rencor.


También lanzó un elogio explosivo: “Las mujeres son artesanas imprescindibles de la paz”. Una frase que levantó aplausos entre quienes sostienen hogares, barrios y comunidades enteras mientras el país se desangra.


El final fue poético, poderoso, casi místico: “La paz es una danza movida por el Espíritu”. Y Beirut, aunque herido, volvió a aprender a bailar.




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