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EL GRITO DEL CIELO: EL PAPA LLORA CON TEXAS

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 6 jul
  • 3 Min. de lectura
León XIV rompió en llanto espiritual tras la tragedia en Texas. Desde el balcón de San Pedro, elevó una oración desgarradora por las niñas fallecidas en el campamento cristiano. Un rayo, una plegaria... y un grito al cielo.
Camp Mystic
Jóvenes lloran la pérdida de sus compañeras tras la trágica inundación en el campamento cristiano en Texas. El río Guadalupe se llevó vidas inocentes… y dejó un silencio que grita.

Desde el balcón del Palacio Apostólico, con la plaza de San Pedro abarrotada y un sol de justicia cayendo sobre los peregrinos, León XIV interrumpió el clima festivo del Ángelus dominical con una noticia que congeló los corazones.


En un gesto cargado de emoción, alzó la voz para transmitir su pésame más profundo por la tragedia que azotó Texas: “Quisiera expresar mi más sincero pésame a todas las familias que han perdido a sus seres queridos, en particular por las niñas que se encontraban en el campamento estivo, durante la catástrofe causada por las inundaciones del río Guadalupe en Texas, Estados Unidos. Recemos por ellos”.


El silencio que siguió sus palabras fue un grito del alma. Allí, bajo el cielo romano, el Papa lloró con Texas.


Camp Mystic
La entrada que recibió a cientos de jóvenes durante años de veranos felices, hoy está marcada por ramas arrancadas y escombros. El cartel de Camp Mystic permanece en pie… pero el alma del lugar cambió para siempre.
EL CAMPAMENTO CONVERTIDO EN TUMBA

La catástrofe comenzó el viernes, cuando lluvias torrenciales desataron una avalancha de agua que hizo crecer el río Guadalupe casi ocho metros en menos de una hora. Las aguas arrasaron casas, puentes, campamentos y esperanzas. El epicentro: el Campamento Mystic, un retiro cristiano centenario para niñas y adolescentes. Al menos 70 personas murieron, entre ellas 21 niños. Otras 11 niñas y un consejero siguen desaparecidos.


León XIV
León XIV se une al dolor de las familias víctimas de la catástrofe ocurrida en Texas.

En los bordes del río, rescatistas luchan contra el lodo y los escombros para encontrar sobrevivientes. Padres desesperados recorren la zona buscando noticias. El dolor tiene nombre: Guadalupe, el río de aguas sagradas convertido en verdugo.

Camp Mystic
Desde el aire, el horror toma forma: la devastación del campamento Mystic revela el alcance brutal del desastre. Las estructuras arrasadas y los árboles caídos son testigos mudos de lo que sucedió en solo minutos de furia incontrolable.
NO PERDER LA FE

Las palabras del Papa no fueron solo un gesto protocolar. El primer pontífice estadounidense habló en inglés, mirando a su tierra natal. “Oramos por ellas”, dijo con la voz quebrada. Lo que es un llamado a no dejarse vencer por la desesperanza, de no perder la fe y que Cristo consuele los corazones de las víctimas y familiares.

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ESTADOS UNIDOS EN ORACIÓN

El gobernador de Texas declaró el domingo como día de oración en todo el estado. En Kerville, Hunt e Ingram, cientos se congregaron frente a iglesias, bibliotecas, plazas y refugios. La Biblioteca Butt-Holdsworth se convirtió en un santuario improvisado. Velas, fotos y cartas se apilan frente al portón del Campamento Mystic.


Camp Mystic
Donde antes dormían risas y sueños, ahora reina el silencio del barro y la desolación. Las camas empapadas, los colchones volcados y los objetos dispersos cuentan la historia de una noche que ningún niño debería vivir.
UNA TRAGEDIA CON PREGUNTAS

Pero no todo es oración. Hay dolor convertido en reclamo: ¿se pudo haber evitado? Las alertas estaban, pero muchos aseguran que no fueron suficientes. El Servicio Meteorológico Nacional había advertido desde el jueves la posibilidad de inundaciones, pero la magnitud superó cualquier cálculo. Funcionarios locales ya enfrentan investigación por posibles negligencias.

Pedro Kriskovich
EL CIELO NO GUARDO SILENCIO

Lo que ocurrió en Texas no es solo una tragedia meteorológica. Es un símbolo. Niñas que buscaban a Dios en un campamento cristiano fueron arrasadas por una fuerza natural que se volvió inhumana. Pero el mundo entero las llora. Y el cielo, como dijo el Papa, no guarda silencio. Llora con nosotros.


“Recemos por ellas”, repitió León XIV. Y el eco de esas palabras ya no pertenece solo al Vaticano. Es un clamor que recorre el mundo.



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