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“El Espíritu Tenía Otros Planes”: La Misa que el Papa Nunca Imaginó Oficiar… y que Terminó conmoviendo a Todo Albano

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 20 jul
  • 3 Min. de lectura
Lo que iba a ser una simple misa terminó conmoviendo a toda una ciudad. León XIV habló de la escucha, el servicio y el dolor de amar. Nadie esperaba lo que dijo. Una homilía que dejó a todos en silencio.
León XIV
Ella temblaba. Él la miró, le sonrió… y le tomó la mano con ternura. Así es León XIV: un Papa que no habla desde un trono, sino desde el corazón. Albano fue testigo de ese milagro cotidiano. (Fotografía: Vatican Media)

No era una visita oficial. Tampoco una ceremonia protocolar. Era, en palabras del propio León XIV, “el plan inesperado del Espíritu Santo”. Lo que debía ser la toma de posesión como cardenal-obispo de Albano, se convirtió en un momento histórico y conmovedor: el nuevo Pontífice celebró una misa ante más de 1.500 fieles, y su homilía fue una de las más profundas desde su elección al trono de Pedro.


“Ni el servicio ni la escucha son fáciles. Requieren esfuerzo, renuncia, capacidad de amar incluso cuando duele.”
Pedro Kriskovich
UNA CIUDAD EN PIE PARA RECIBIR AL PAPA

Albano Laziale, con sus 35 mil habitantes, se vio revolucionada. La banda municipal acompañó su ingreso, los peregrinos aplaudieron y lloraron. El Papa no llegó en papamóvil, sino a pie. Cruzó la Piazza Pia como uno más, deteniéndose a bendecir a ancianos y enfermos. Nadie esperaba que, en sus días de descanso en Castel Gandolfo, se acercara con tanta calidez.


Y él lo explicó sin rodeos: “Tenía que llegar el 12 de mayo… pero el Espíritu Santo decidió otra cosa”. La frase, lanzada con sonrisa cómplice, fue apenas el comienzo de una homilía que sacudió almas y despertó conciencia.


León XIV
Con voz serena y rodeado de luz, León XIV pronunció una de sus homilías más impactantes: habló del esfuerzo de amar, del silencio perdido y del servicio que transforma. Albano lo escuchó… y el alma se estremeció. (Fotografía: Vatican Media)
LA HOSPITALIDAD DE ABRAHAM... EL SILENCIO DE MARÍA

El mensaje central fue tan claro como provocador: hospitalidad, servicio y escucha, las tres actitudes con las que —según León XIV— Dios elige acercarse al hombre.


Recordó cómo Abraham recibió a Dios disfrazado de caminante en el desierto, cómo Marta sirvió con entrega a Jesús y cómo María, en silencio, se sentó a sus pies. Pero el Santo Padre fue más allá: “Ni el servicio ni la escucha son fáciles. Requieren esfuerzo, renuncia, capacidad de amar incluso cuando duele”.


Habló de padres que se sacrifican en silencio, de hijos que luchan por corresponder. Y lanzó una frase que dejó sin aliento a todos: “No se llega al descanso si no es por la fatiga… no se alcanza la patria sin navegar el mar”.



UN MENSAJE A CONTRACORRIENTE EN TIEMPOS DE RUIDO

En plena era de ruido digital y superficialidad, el vicario de Cristo suplicó recuperar el valor del silencio. Invocó a los cristianos a desconectarse del “torbellino de compromisos” y redescubrir el alma en el recogimiento. Necesitamos volver a escuchar. Porque sin escucha, la fe se vacía, el amor se desgasta y la Iglesia se vuelve sorda”, advirtió con fuerza.


León XIV
Antes de la misa, un gesto que lo dijo todo: León XIV besó el crucifijo con humildad y emoción. Nadie esperaba esa imagen. Fue el signo de que la homilía que vendría no sería como las demás. (Fotografía: Vatican Media)
DEL PLATO DE PLATA AL ALTAR DEL PUEBLO

En un gesto simbólico, le entregaron al Papa un plato de plata que había sido preparado para su toma de posesión como obispo… pero que ahora luce el escudo papal. Lo recibió con emoción. Y lo transformó, como todo lo que toca, en un signo profético.


Esta no fue una misa más. Fue una lección. Fue un espejo donde cada creyente —y cada incrédulo— pudo reconocerse. Y fue, sobre todo, una invitación urgente: “Conciliemos acción y contemplación. Cuidémonos los unos a los otros. Porque así se construye el Reino… desde abajo, desde lo real, desde lo cotidiano”.


Albano nunca olvidará ese domingo. Y quizás, ninguno de nosotros tampoco.



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