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El Cura Tinder: El Sacerdote que Une Almas con WhatsApp y Fe

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 17 oct
  • 3 Min. de lectura
En una era de amores líquidos, un sacerdote español unió más de 280 parejas sin un solo divorcio. Lo llaman “el Cura Tinder”, pero su método es divino: orar, discernir y dejar que el amor hable el idioma de la fe.
Cura Tinder
El "sacerdote cupido" ya unió a muchas parejas que contrajeron matrimonio.

En un mundo donde las apps de citas prometen amor instantáneo y corazones rotos en serie, un sacerdote español se convirtió en la prueba viviente de que el amor verdadero aún puede nacer desde la fe. Lo llaman el “Cura Tinder”, pero su método no tiene nada de algoritmo: su herramienta es la oración, y su motor, el Espíritu Santo.


Desde su despacho en Valencia, el padre Fernando Cuevas Raposo —sacerdote del Opus Dei, capellán y confidente de miles— recibe cada semana decenas de mensajes de personas que buscan algo más que compañía: buscan un amor bendecido por Dios. “Por un minuto que les dedico, cambia una vida”, dice con una sonrisa.

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EL TINDER DE DIOS

Todo comenzó hace 14 años, cuando un joven universitario le confesó al sacerdote que no encontraba novia. Fernando lo escuchó, oró… y pensó en una chica con las mismas convicciones. Los presentó. Cinco meses después los casó.


Así nació una misión inesperada: ser el casamentero de almas católicas. Hoy, más de 280 parejas se casaron gracias a él, y ni una sola se divorció. “No es magia”, explica, “es que el amor cuando se vive con fe, no se apaga”.


A través de WhatsApp, el sacerdote recibe fichas de solteros de todo el mundo. En cada una hay datos básicos —nombre, edad, ciudad— pero también detalles del alma: virtudes, defectos, compromiso con la Iglesia y movimiento eclesial. La clave, dice, está en lo espiritual: “No basta con ir a misa los domingos; hay que amar a Dios todos los días”.


Cuando detecta una coincidencia, el cura actúa como puente: envía las fichas, sin apellidos, y deja que la Providencia haga su parte. A veces organiza encuentros, convivencias o jornadas de oración. Otras, simplemente reza. “El Señor tiene mejor vista que yo”, bromea.


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El sacerdote junto a una pareja que unió a través de su método sin algoritmos, que se rige por la providencia divina.
UN AMOR DE TRES

Para el padre Fernando, el matrimonio no es cosa de dos, sino de tres: el hombre, la mujer y Dios. Por eso su tarea no es juntar corazones al azar, sino unir vocaciones. “El amor no es sentirse bien —dice—, es servir al otro. Es una llamada a la santidad”.


En su ficha, la pregunta clave es siempre la misma: ¿Qué lugar ocupa Dios en tu vida? Las respuestas varían, pero él sabe reconocer el brillo de un alma sincera. “Algunos me escriben desde Australia o América Latina. La demanda crece sin parar”, confiesa. Tanto, que ya tiene un ayudante: otro sacerdote, encargado de coordinar los casos de Hispanoamérica.


Y aunque su labor es gratuita, invita a las parejas que logran casarse a apadrinar una niña de Nicaragua. “Si Dios les cambió la vida, ustedes pueden cambiar la de alguien más”, dice.

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EL SECRETO DEL ÉXITO

¿Qué hace que sus parejas duren? El presbítero lo resume con humor celestial: “El amor se construye con tres ingredientes: buen humor, madurez y oración. Si eso existe, el resto es secundario”.


Y mientras el mundo busca amor deslizando pantallas, él lo encuentra arrodillado ante el Sagrario. “Me llaman el Cura Tinder”, dice entre risas. “Pero si este es el Tinder del Cielo, que sigan llegando mensajes”, destaca.


Pero hay algo que el sacerdote deja claro, que el amor más buscado no está en las redes, sino en el corazón de Dios.



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