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El Cura que Abrió la Puerta del Cielo a Tres Presos: El Día que León XIV Habló de Redención

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 4 días
  • 3 Min. de lectura
Tres presos de Venecia caminaron hasta Roma para encontrarse con el Papa. Lo que recibieron no fue un indulto, sino algo mucho más grande: una lección de redención que puede cambiar cualquier vida, incluso tras las rejas.
rECLUSOS CON LEÓN XIV
El Papa León XIV recibe un cáliz como obsequio durante un encuentro privado en el Vaticano, en un gesto de cercanía y gratitud hacia la comunidad presente. (Fotografía: Vatican Media)

El 7 de agosto, en una escena tan humana como celestial, León XIV recibió en el Vaticano a tres presos de la cárcel de Santa María la Mayor de Venecia. No eran visitas cualquiera: habían peregrinado, en parte a pie, desde Terni hasta Roma, para cruzar la Puerta Santa y mirar al Santo Padre a los ojos. Y él, en lugar de un sermón frío, les regaló algo más valioso que el oro: esperanza.



UN CAMINO IMPOSIBLE

No fue un viaje fácil. Cinco días caminando, con la carga invisible de un pasado que pesaba más que cualquier mochila. Pero el permiso del magistrado no era un premio: era una apuesta. Una oportunidad para probar que la redención empieza mucho antes de recuperar la libertad.


Junto a ellos, el Patriarca de Venecia, Francesco Moraglia, y el capellán de la cárcel, el padre Massimo Cadamuro, sabían que esta cita podía marcar un antes y un después.

CASA BETANIA
EL ENCUENTRO CON EL PAPA

León XIV no los recibió con discursos escritos ni frases diplomáticas. Los escuchó. Les sonrió. Les recordó que la redención no es un acto instantáneo, sino un camino que se recorre cada día, incluso entre barrotes.


“Superen la historia que los marcó… ahora, no cuando salgan”, les dijo. Un llamado que golpeó más fuerte que cualquier sentencia judicial.


Los presos le llevaron regalos sencillos: una agenda, un diario de viaje y la revista que editan dentro de la prisión. El Papa, en cambio, les dejó un tesoro que no se puede encuadernar: la certeza de que Dios no cierra las puertas a nadie.



LA PRISIÓN COMO PUENTE, NO COMO MURO

El director de la cárcel, Enrico Farina, describió la peregrinación como una “meta simbólica” y una “etapa de renacimiento”. Sus palabras resonaban con fuerza: la cárcel puede ser un puente hacia la vida nueva, no solo un límite.


Ese puente, en este caso, estaba sostenido por la fe. Un puente donde la madera no eran tablas, sino cruces; y donde el cemento no era piedra, sino oración.

PEDRO KRISKOVICH
REDENCIÓN QUE EMPIEZA EN EL BARRO

La Iglesia de Venecia lleva años tejiendo redes para que los presos encuentren trabajo y alojamiento. Casas como San Giuseppe, con pequeños departamentos para reclusas que cumplen condenas alternativas, son más que un techo: son un pasaporte hacia una vida distinta.


Los presos que trabajan en las 40 iglesias artísticas de Venecia no solo restauran altares y limpian cúpulas: restauran su propia dignidad.



UN DÍA PARA RECORDAR

En la foto que se llevarán a sus celdas, los tres reclusos aparecen junto al Papa. Para el mundo, quizá solo sea un recuerdo. Para ellos, es un recordatorio de que un hombre puede caer… pero también puede levantarse, incluso si las paredes que lo rodean son de piedra.


Ese día, en el corazón del Vaticano, tres hombres entendieron que la verdadera libertad no siempre empieza con una llave. A veces empieza con una mirada, una palabra y la fe de que Dios puede hacer nuevas todas las cosas.



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